Aquel fue un sábado inusual, pleno de gran expectativa, pues durante toda la semana había sido la comidilla devota de todo el barrio, asumiéndola jubilosa y esperada desde el jarro repleto de deliciosa leche aún quemante en la boca pero que sabía a gloria; y mucho mejor mezclada con el maíz tostado o con los panes de tres puntas y su gran trozo de queso fresco. No solo era el buen ánimo despertado entre las tías, abuelas y demás feligreses; quienes, semejando unas recogidas beatas de iglesia, nos sentíamos listos a festejar un fervoroso cumpleaños un tanto lejano e impersonal, pero repleto de coloridos y retumbantes festejos, con muchos cohetes, interminables troyas; y como número central, participar en la pequeña procesión que abarcaba unas cuantas calles, pero la devoción manifiesta rompía todos los cánones del diario devenir.
-¡Hola, Gatita, ¿dia´seguro que mañana estarís en la fiesta…
¿nooo?!
-¿Cuál fiesta?
-¡No t´iagáis…! ¡Claro, la del Corazón de Jesús, pueee…! ¿Cuál
otra podriya ser, sonsa?
-¿Sonsa? ¡Tu mama…dera! ¡Claro que sí! El sonso eres tú… porque,
¿qué otra fiesta hay en este mes? A no ser que sea mi cumpleaños y ya tengas
listo mi regalo ¿nooo?
-¡Sí, claro! No te preocupís… que aquí lo tengo, bien guardau en
mis talegas…
-¡Dejémonos de sonseras… Y vamos a la fiesta…
-¡Ya sabiya que allí m´esperaríyas, Minina! Pero… ¿esta noche?
¿Vais a salir pa´ las canchaladas? Necesito verte… Tengo mucho rescoldo
asumagau aquí dentro…
-Bueno… si me dejan salir… Como es tarde de la noche… No creo que me
den permiso…
-¡Convéncela a tu hermana… pa´que t´iacompañe! ¡No m´iagais
acolpachar esperanzas! En un rato, diaseguro ya´stán llegando esas tropillas de
llamas y burros catatando el Kapo.
-No te aseguro, Benito, pero voy a hacer todo lo posible para vernos
en la quema de kapo.
No bien la vide alejándose, camino a su casa, allí me quedaba rezando
a tuitos los santos de mi devoshón, pa´que seya posible verme reflejau en esos
inmensos ojos verdes que m´estaban capujando d´iun capirote tuita mi vida. Y
trote, trote, me jui a mi racay pa´cumplir con los mandados. Como nunca los
hice bien y´enún santiamén; luego me bañé en el acequión, detrás de mi huerta y
me puse futre.
-¿P´ande va yir su mercé? ¿Y a quién l´iapediu permiso pa´ponerse el
poncho de su tata?
-¡Quiero yir a las canchaladas d´esta noche, mamitay! ¡Y´ice
tuitas mis tareyas, peee…!
-¿Creís que no te´stau catiando dende qui´as veniu de la calle? ¡Yo
ya´stoy de regreso, m´ijo!
-¡Entonce… deme su permiso, mamitay!
-¡Güeno! Pero vais a yir con tus hermanos! Tuaviya necesitas que te
peguen una ojiada…
La espera se me hizo todo un diya y mi hermana jue la que más se
demoró. Apenas me vieron, soltaron la risa y ambos me dijeron:
-¿Vais hacer la Primera Comuñón? ¡Qué pije t´ias puesto! Algo se
traye este coro entre manos.
Llegamos a la parte más ancha de la calle y ya estaban apilados los
montones de kapo, para dar inicio a las tradicionales “Entradas de Kapo” señal
ineludible que los festejos de aquella ceremonia religiosa se daba inicio.
Pronto esta yerba seca ardió en grandes llamaradas y todos los asistentes eran
reflejados en grandes sombras que se movían incesantemente en las paredes. En
un descuido, pude verla bien abrigadita y más hermosa que nunca. Me jui
acercando paso a paso para que nadies lo notara. Conforme me aproximaba, solo
sentía el calor de su mirada y el color de sus mejillas que parecían
sonrojarla, resaltando aún más sus largas pestañas y el increíble verde de su
mirada.
-Hola, Benito, -dijo su hermana. –¿No sabes saludar? ¡Margarita,
saluda, pues!
Y el calor de las grandes llamas pareció avivar el fuego y ese vivo
resplandor hizo que mi gata se encendiera, poniéndola más rosadita, más linda.
-¡Hola, Beno! ¿Viniste, nooo?
-¡No! todavía estoy en mi casa…
Y´un juerte pellizco m´izo ver a Judas… Y la vide más coloradita.
Permanecí en el sitio, sin mover n´iuna pestaña; como si juese de
puro fierro. Traté de huaspiarla y sonreír, pero otro pellizcón más juerte me
sacudió el brazo. Me hice el juerte y simulé arreglarme el poncho y aproveché p´arrejuntarme
a su lau. Pasau un güen rato, vide que l´asaguas se calmaron y traté de tantiar
su mano.
Nunca hi güelto a sentirme tan dichoso y con tantito amor.
AREQUIPEÑISMOS: basado en el Diccionario de Arequipeñismos de Juan Gmo.
Carpio Muñoz
Acolpachar: guardar, juntar,
Asumagau: detenido; retenido, contenido
Canchaladas: quema de kapo o de otras yerbas secas en la noche previa a
una fiesta; fogata
Capo o Kapo: yerba silvestre que se usa como combustible
Capitore: dar un pequeño golpe con los dedos pulgar y medio, chaqueándolos
Capujar: quitar
Catatar: llevar, arrastrar
Futre: distinguido, refinado
Gatita: que tiene los ojos claros
Huaspiarla: atisbarla, mirarla de reojo
Lau: lado
Ojiadita: miradita; observada
Pije: cambiado, elegante
Tantiar: calcular, aproximar
Vide: por ver; vi
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