Después de haber estado más de 13
horas a las puertas del cielo, como dice la canción de Gigliola Cinquetti,
solito y en pelotas, esperando ser recibido con todos los honores que mi
investidura, mi procedencia y los méritos presentados en dos maletas me
avalaban, seguía esperando mi par de alitas y mi arpa para ingresar en los santos
aposentos, donde a lo lejos se podía escuchar las últimas bachatas que solo
creía estúpidamente eran propias de la cochina tierra. Inicialmente había tocado
la puerta por 15 minutos en forma desesperada porque estaba en pelotas y
suponía que aquí no había miramientos, críticas, ni observaciones a mis
miserias. Al cabo de un buen rato -12 horas-, acudió un ser casi humano,
totalmente vestido de blanco, con una aureola color púrpura sobre la mitra,
pero cubierto con una máscara doble anti-gas; no tenía “pieses”, pero flotaba
suave y apaciblemente. De pronto, quiso taparse la nariz a pesar que estaba con
máscara, pero sumamente enojado me gritó:
-¡¿Qué diablos quieres aquí,
cochino de mierda?!
-¿Qué? ¿Cómo? Es decir… Tú
debes ser san Peter, porque no te veo las bolas de oro; además de esa barbita y
esas arrugas y…
-¡Déjate de vainas y dime,
no es necesario que demuestres lo que eres… a la legua se sabe que eres una
reverenda m…! ¡Lo primero que necesitas en un buen baño, una desinfectada y una
perfumada con…
-¡Yo quiero entrar! ¿Acaso no
han visto mi currículum? Soy católico, apostólico y characato, además de mi
formación casi sacerdotal, mis rosarios, mis comuniones de los viernes, las
procesiones y la observación rigurosa que hacía de todas las fiestas de guardar…
y sobre todo, el amor que profesaba a mis semejantes, en especial a mis semejantas…
-¡Para, para, para Chato. He
aquí the problem. Allá abajo… no has dejado ni una sola semejanta invicta… Es
más, la última casi me la traigo porque es todo un angelito… y no supiste
satisfacerla plenamente…!
-Pero si recién estoy acabando
Medicina Humana… y ella estaba empeñada en tener por lo menos un collar de auténticas
perlas, un smatwatch y una pulsera de orégano con tres vueltas y broche de
platino, como regalo inicial por el Día de los Enamorados…
-¿Y por qué fuiste tan
bolas? Si para que te aceptara te pidió un anillo con su pedrón de zafiro y sus
correspondientes zarcillos, ¿nooo? Y para poder comprarlos tuviste que tirarte
la prueba de Anatomía III y venderla en la puerta de la U…
-¡Bueno, pero yo traté de
cumplirle! Aunque… el collar de perlas que le compré le daba dos vueltas,
revisé su seguro y estaba bien seguro; el relojito de color rosa estaba casi
como nuevo y lo limpié con lejía muy bien y le saqué lustre; lo único que no
pude conseguirle fue la esclava de orégano de 24 kilates y la adquirida solo me
dijeron tenía seis, pero era de orégano. Ayer, tempranito fui a su hato con la
esperanza de meterme una encerrada de padre y señor mío; pero ya sabes lo que
pasó… y lo que me pasó.
-¡Bueno, ahora ya sabes que
en la Cachina no puedes conseguir un collar de perlas Mikimoto por 150 soles,
ni un smartwatch por 30, menos una pulsera de orégano por 100; la que, apenas
se la colocó en su muñeca, se le despintó al toque y no solo tus regalos fueron
a parar al río… Pero ya es muy tarde…
-¿No puedo ingresar, entonces?
-¡Ta´que no aprendes nada!
¿Por qué crees que estoy protegido? ¿Por el coronavirus? Me llega al pájaro,
con perdón de Tata Lindo. Es por tu hedor… ¿No te acuerdas lo que te dijo por
20 veces antes de empujarte al río, a pesar que estaba más caudaloso que el Amazonas
y hasta la fecha no te encuentran? Entonces, ya sabes el motivo de tu rechazo;
sin embargo, como tienes apoyo de la Mamita de Chapi, te voy a dar otra
oportunidad y nunca más vuelvas a tratar de meter gato por liebre a una zorra.
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