Estoy casi totalmente impotente,
(ojo, solo por no poder hacer uso de mis cuatro extremidades), incluyendo los
dos únicos dedos con los que suelo escribir en mi vieja compu; solo me queda sacar
mi celu y tratar de dictarle a Siri; pues el inicial dolor de hombros adquirido graciosamente la
semana pasada, al cargar un par de piernas de polla; se ha entusiasmado como un
inquieto púber de 13 años estupidizado ante presencia de la admirada, venerada
y amada lencería depositada en la cama por la mismísima JLo, para luego
despacharse en pelotas con una retirada asesina; dejando apreciar en vivo y en
directo todo su pot…encial actoral, que hasta el momento me tiene totalmente
paralizado de abajo hacia arriba; cual obelisco de Tutankamión. Y así, solo,
aturdido y tieso como una tabla, logro pensar un poco. Y sospecho que pareciera
ser que dada mi ausencia absoluta de defensas, es la causa directa que me mantiene
cuadripléjico, pero feliz; pues este paro indefinido ha conquistado todo mi
organismo y, por esta causa, sigo en plan de yo robot, pero con la pila agotada
y en posición de firmes; teniendo que recurrir a toda la imaginación e
inteligencia de mi fiel Siri, a fin de poder cumplir con el compromiso
adquirido con ustedes, mis amables seguidores que ya suman 1 275 499 seguidores
de mi blog (imaginariamente), y por ello, únicamente espero:
1. Que
mi compañera virtual pueda entenderme, porque se acaba de lanzar una serie de
carcajadas y palabra que me llega hasta el derecho; (no puede ser, maldita; ya
te tocará);
2. Sigue
repitiendo intermitentemente el texto: “dime, ¿en qué te puedo ayudar”?
Y, por Dios, que muy bajito la he escuchado murmurar: estúpido humano, casi estas mudo; y por poco me desmayo;
3. Acaba
de aparecer otro aviso que parpadea en rojo texto: la batería se está agotando…
Y todo este puerco se viene abajo; pero mi boca inmóvil sigue pegada infructuosamente
al celu.
Me acaban de llevar ante un
renombrado “huesero”, porque en el hospital no me reciben, pese a verme como un
chancho congelado; todo por no contar con mi DNI; tampoco se ha podido
encontrar un quiropráctico, pues aquellos expertos en armar rompecabezas de esqueletos,
se hallaban realizando nuevas técnicas de armado y desarmado de falanges entre ellos
y todavía no han logrado deshacer la multiplicidad de enredos, fracturas y
enredos masivos entre sus manos.
Al fin se ha logrado ubicar el
taller de reparaciones, soldaduras y colocación de prótesis, tomadas de su
criadero de cerdos, los más cercanos a su semejante cochino, el ser humano (?).
Me ha hecho más de 20 tentativas para que le pueda responder mi nombre y mi
dirección para comprobar que estaba vivo; inclusive me ha estirado con alicate como
un metro de lengua y la pusieron en baño-maría por 30 minutos y… nada. Lo mismo
se hizo con mi cabeza entera y he terminado solo con el pelo muy rizado hasta
los bigotes y las axilas; las orejas están enroscadas como chicharrón… y nada.
Para poder contrarrestar las quemaduras obtenidas en toda la mitra, me han
sumergido completamente en una tina llena de hielo y después de dos horas, al
quererme estirar un poco, me he quedado sin uñas y sin piel en ambos pies.
Desesperado, el famoso gurú de los huesos, que recién ha llegado, ha optado por
pegarme pequeñas descargas eléctricas para soltar este amarre perfecto. Todo
estaba caminando de lo más bien y ya empezaba a soltar las pestañas y los
párpados; cuando de paso, solté unos pequeños guiños, justo cuando la hija
mayor del huesero se había acomedido a brindar su generosa ayuda y estaba
sosteniendo mi miembro… superior derecho. Apenas notó este cambio, su celoso
padre y reconcha conocido sanador, me metió un par de combos en ambos cachetes
y me inquirió:
-¡Mañoso de miér…coles, ¿qué haces? ¿No que estabas soldado de cuerpo
entero? ¿Qué le estás insinuando a mi joven y casta hijita?
Apenas estaba recobrando mi
lucidez, porque las pocas neuronas que deambulaban por mis estacionados predios
recién estaban calentando motores y un tanto que pude entenderle aquello de pura
y casta hijita… casi disparo una débil sonrisa; cosa que sin embargo fue
detectada inmediatamente por aquel infame curandero y que en las profundidades
de mi legado reptil, lo maldecía una y mil veces, aunque bien sabia que no podía
siquiera musitarlo entre dientes, pero como los instintos son más fuertes que
todo el organismo entero, seguramente al mirarlo, le mande un poderoso rayo de energía
en su tercer ojo y allí nomas quedo tirado en el piso hecho una alfombra de
huesos aquel curandero del demonio.
Hoy, solo gracias a la
insistencia de su hija, a su exigente terapia basada en asanas múltiples de
Yoga, practicadas en pareja noche y día, así como nuestros continuos chapes;
digo, viajes a Huancarqui, la cuna del curanderismo del sur y teniendo como desayuno,
almuerzo y cena una botella de Chuchuhuasi, mezclado con Rompecalzón y Consomé
de Sajino padrillo, he recuperado mi movilidad inferior a plenitud… Todo lo demás
no interesa tanto, porque mi lengua, mientras tanto, ha tomado otros rumbos…
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