Desde siempre sabía que quería
escribir y después de tres años repitiendo el 1er. Grado ( solo por la guapa profe),
pude lograrlo; pero lo que mejor me salía no eran las planas dejadas como
tarea, sino, solo aquellas versiones muy solapas que me hacían sentir feliz;
para ello, recuerdo perfectamente que mi profesora Rosa de Corrales me dejó 10 hojas
completitas para escribir la oración: mi mamá me quiere. Yo las cumplí casi al
pie de la letra, solo que aumenté un poquito y le puse: mi mamá me quiere moler;
y mi adorada maestra no supo si castigarme o aplaudir mi repentino y precoz
ingenio.
Fue en secundaria, cuando pude
confirmar mis especiales aptitudes realizadas con decididos visos humorísticos,
jocosos o un tanto chistosos, sobre todo en la asignatura de Literatura; es así
que cuando el profe me pidió que recite el poema de Vallejo, Los Heraldos
Negros, empecé por hacer conocer mi especial título, Los Heraldos Dementes… Y
dice así: “Hay locos en a vida… tan rayados… yo sí sé; locos como el profe de…
Y me botó de la clase. Pero esta terca sinrazón perduró por los siglos de los
siglos, si bien de manera caleta y solo para los íntimos; es decir, aquellas
mentes privilegiadas que fueron capaces de arrancarse una sonrisa con la lectura
de cualquiera de los mamarrachos producidos por este prolífico autor anónimo,
forzaban una mueca de aceptación infinita y obligada ante la presencia de este
su choche.
-Bueno, pero profe… ¡Vamos al
grano!
A los años, y siguiendo la
tradición de mi alter ego, traté de continuar con esta festiva afición de una
forma más seria y cuando tuve la ocasión de desempeñar la cátedra de Redacción
y Comprensión del Texto, lo hicimos trabajando en talleres donde los
textos-guía los convertíamos en versiones humorísticas, con el incentivo que, a
mayor grado de creatividad y humor, mayor sería la calificación que se otorgarían
los propios alumnos. Por Dios que el salón era un mate de risa y el tiempo se
pasaba volando; pero lo mejor, el aprendiz gozaba y creo que amaba lo que
hacía.
Poco después, traté de hacerlo
más en serio; es decir documentándome y analizando textos dramáticos (ojo),
desde Aristófanes, Cratés; clásicos como Plauto, Moliere, Tirso de Molina; otros
posteriores como Wilde, Chaplin, etc. etc. Mas, quien fue mi numen, guía y
“maistro”jue sin lugar a dudas Luis Felipe Angde Lama, Sofocleto, QDDG y le
esté haciendo cosquillas al Angel de las Bolas de Oro.
Sin embargo, dirás, -mi
estimado choche, ¿a qué viene tanto chamullo? ¡Suelta la pepa, de una vez!
Tú tener mucha razón, pero
siempre prima meter cabeza a la prima, ganarte la moral o buscar tu atención
con fundamento, razón y de manera agradable e interesante. Cuando, de pronto,
descubrí que podía hacerlo a través de las redes sociales y así llegar a mis
queridos choches y buscar otros más; sabía cómo hacerlo pero, para empezar,
quería colocar un título adecuado a dicho espacio y aquí vino el rompedero de
cabeza porque resultó lo más serio y dificultoso; toda vez que tal cartelito
debería ser la suma del propósito, su carácter; además de propiciar una condenada
atracción íntima, coloquial, sin posibilidad de escape y de por vida.
Es así que, no dormí cinco noches
seguidas con sus días, tardes y madrugadas, manteniéndome despierto a punta de hacer
una mazamorra de nescafé, redbull, y ochenta diazepanes; total, dicha mezcla me
mantenía entre despierto a media caña y “soñámbulo”. Para dicho efecto había
llenado 199 planas (y me acordé de las tareas del primer grado), con diversas
frases, adjetivos, trabalenguas originales que me tuvieron por 12 horas con la
lengua morada y escamosa como una berenjena. Después de meterme una cantarilla
(todavía guardo la mía) de té piteau, en proporción de 80/20, donde el anisado
era la mayor proporción, logré crear un término compuesto que equivalía a los
dos hechos primordiales: artículo y diversión y salió la palabrita CULODIVERTIDO.
Elemento por demás hiriente pa´los castos oídos de algunos cucufas lectores; no
contento con ello, le di la vuelta y salió la expresión DIVERTÍCULO. S in
presagiar que apenas salió su primera publicación, los especialistas se mearon
de la risa, por el nombre, pues tenía otra connotación patológica (bolsas en la
pared del Colon) y además señalaron que mi publicación podía convertirse en una
diverticulosis o en diverticulitis.
Todavía ando bastante cabezón,
por obtener un título que involucre todas mis aspiraciones, pero sobre todo las
de mis amables lectores; de allí que algunas sugerencias clamen por colocar el
sugestivo nombre de CANAVIS SATIVA, ahora que tiene licencia medicinal; pero es
mi deseo ferviente que sea más fuerte, duradero y su sola lectura les ocasione
una lluvia de dicha, montones de placer literario; para que les ayude a desatar
ese nudo ciego que guardan como caja fuerte debido a la constipación o estreñimiento
crónico y los prepare para soportar esta próxima dieta cargada de puro gluten,
azúcares, saborizantes, conservantes de grasa que les asegure una infalible
obesidad. Aunque tampoco esto debería ser motivo de preocupación, porque
siempre la figura de un(a) gordo(a) causa mucha gracia y si es algo más
voluminoso, causará un desternillarse de risa y me ayudarían a conseguir mi
propósito. Pues que todo ese sacrificio, mis queridos choches, sea en honor al pretendido
humorismo.
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