domingo, 8 de octubre de 2017

EL PARTIDO DE SIEMPRE


Fue en plena estampida humana -corrida a patada limpia- en la Tribuna Popular Sur cuando, envueltos en vilo junto con mi compadre el “Chino Okalito”, íbamos a ser doblemente molidos por el desbande general de ambos fuegos; de una parte, empujados por nuestra  decepcionada e incontenible hinchada local, recargada con cuchucientos postes de las banderolas, más 10 bombos convertibles, 20 trompetas-fusil y 80 pedrones tamaño pelota de fútbol; y de la otra, aquella enardecida turba enemiga equipada al 99.9% con puntas, chairas, lanzas y verduguillos (requisados totalmente antes de ingresar al estadio). Por un breve instante, solanos y en orfandad de nuestros asociados; desesperados, tuvimos que asirnos mutuamente de una mano, porque prácticamente íbamos camino a ser licuados a patadas, puñetes y rodillazos, dentro de esa horda enemiga de energúmenos que también corrían, atropellaban y se arrastraban hacia la calle. En cambio la policía -que estuvo apostada en las graderías mirando el partido- (como de costumbre), se hizo humo. Mientras, afuera, la otra Policía Montada, trataba de dominar sus cabalgaduras encabritadas por los inusitados cuetones detonados bajo las patas de sus espantados equinos. Sonó otra sarta de cohetones, para dar más ánimo al jolgorio y a la pachanga desbordante, cuando uno de los “jefes de barra” gritó: ¡Nos están disparando con fusiles los tombos desde afuera! ¡Vuelvan adentro!
Por nuestro lado solo disponíamos de nuestras cabelleras chamuscadas en el fragor de la huida;      del 50% de nuestra observación por tener las persianas abolladas a media caña y de una mano libre, en caso  de podernos agarrar de algo que no fuera otra melena, un indeciso brazo o una pierna itinerante. Solo faltaba que lo peor pudiera suceder… y sucedió: nuestra palanca de retro estaba atorada, con carácter de for ever, según pudimos comprobar, más tarde, en los malditos calabozos de la Tercera Comisaría del Cercado, donde nos tuvieron amontonados en postura fetal, por 7 horas seguidas, por ser potenciales subversivos, según aclaraciones del alto mando.  
Aquella, fue una noche perdidamente angustiosa e inolvidablemente maloliente por los inaguantables efluvios nocturnos, gases acumulados por tanto chinchulí, sus eructos correspondientes y total descontrol de esfínteres; donde aquellas pequeñas mazmorras para 25 presos cada pocilga; ahora guardaba peligrosamente 300 bombas a punto de desfondarse totalmente, por ser amantes al julbo. Sería las tres de la madrugada cuando llegó un gallo muy engalonado… pero en ron de quemar, aguardiente y cañazo. Se llevó trabajosamente el índice derecho a la boca; hizo callar a todo el mundo y dijo: -CALMA… ¡que aquí no va… no va… aaa pashar nada… amigosh! Sholo tienen que ponershe ´de´ pie… con las manosh… en la cabezha y uno por uno… pashará al degolladero, digo, al calabozho contiguo para tomarlesh shus generalesss de ley y nada máshhh…       
¡Van a violarnos! Rompió el silencio una voz sepulcral y sumamente descompuesta al igual que su estómago. Estalló el espanto y ¡zuácate!, los 300 se vinieron al suelo junto con las endebles rejas y cundió el desbande general dentro del pequeño recinto policial. Unos cuantos suboficiales adormitados trataron de ponerse en pie para detener el tsunami y pronto se perdían arrollados en el voraz cataclismo sin entender lo que pasaba, metidos entre los cuerpos desesperados por conseguir la ansiada calle y ganar su partido por la mínima diferencia: su libertad.
Una vez en la calle con, mi choche, el “Chino Okalito”, pisándonos la lengua, rompimos el récord de los 800 km sin vallas, sin perro que nos ladre y sin alma humana capaz de detenernos. Posteriormente, ya sin tembladeras, nos volvimos a reunir y le pregunté:
-Chino, ¿sabes por qué empatamos con ese equipucho?
-¡No jodas! Que no quiero saber nada de fútbol… Tuavía tengo la cabeza rota, el lomo molido y las patas apenas me resisten… ¡Además, sigo con esta bicicleta maldita que no la aguanto!
-Pero… Chino, el domingo juega la sele… y he conseguido dos tickets para butacas…
-¡Pero ahí no podemos encender fogatas, won!
-¡Claro que no! Won… por eso solo tengo estas 10 bengalitas…de medio metro¡Vamos, aunque… puede que sea otro empate, woncito!


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