Fue en plena estampida humana -corrida a patada limpia- en la Tribuna Popular Sur cuando, envueltos en vilo junto
con mi compadre el “Chino Okalito”, íbamos a ser doblemente molidos por el desbande general de ambos fuegos; de una parte, empujados por nuestra decepcionada e incontenible hinchada local,
recargada con cuchucientos postes de las banderolas, más 10 bombos convertibles,
20 trompetas-fusil y 80 pedrones tamaño pelota de fútbol; y de la otra, aquella
enardecida turba enemiga equipada al 99.9% con puntas, chairas, lanzas y
verduguillos (requisados totalmente antes de ingresar al estadio). Por un breve
instante, solanos y en orfandad de nuestros asociados; desesperados, tuvimos
que asirnos mutuamente de una mano, porque prácticamente íbamos camino a ser
licuados a patadas, puñetes y rodillazos, dentro de esa horda enemiga de
energúmenos que también corrían, atropellaban y se arrastraban hacia la calle. En
cambio la policía -que estuvo apostada en las graderías mirando el partido-
(como de costumbre), se hizo humo. Mientras, afuera, la otra Policía Montada,
trataba de dominar sus cabalgaduras encabritadas por los inusitados cuetones
detonados bajo las patas de sus espantados equinos. Sonó otra sarta de
cohetones, para dar más ánimo al jolgorio y a la pachanga desbordante, cuando uno
de los “jefes de barra” gritó: ¡Nos están disparando con fusiles los tombos desde afuera!
¡Vuelvan adentro!
Por nuestro lado solo disponíamos
de nuestras cabelleras chamuscadas en el fragor de la huida; del
50% de nuestra observación por tener las persianas abolladas a media caña y de
una mano libre, en caso de podernos
agarrar de algo que no fuera otra melena, un indeciso brazo o una pierna itinerante.
Solo faltaba que lo peor pudiera suceder… y sucedió: nuestra palanca de retro
estaba atorada, con carácter de for ever, según pudimos comprobar, más tarde,
en los malditos calabozos de la Tercera Comisaría del Cercado, donde nos
tuvieron amontonados en postura fetal, por 7 horas seguidas, por ser
potenciales subversivos, según aclaraciones del alto mando.
Aquella, fue una noche perdidamente
angustiosa e inolvidablemente maloliente por los inaguantables efluvios nocturnos,
gases acumulados por tanto chinchulí, sus eructos correspondientes y total descontrol
de esfínteres; donde aquellas pequeñas mazmorras para 25 presos cada pocilga;
ahora guardaba peligrosamente 300 bombas a punto de desfondarse totalmente, por
ser amantes al julbo. Sería las tres de la madrugada cuando llegó un gallo muy engalonado…
pero en ron de quemar, aguardiente y cañazo. Se llevó trabajosamente el índice
derecho a la boca; hizo callar a todo el mundo y dijo: -CALMA… ¡que aquí no va…
no va… aaa pashar nada… amigosh! Sholo tienen que ponershe ´de´ pie… con las
manosh… en la cabezha y uno por uno… pashará al degolladero, digo, al calabozho
contiguo para tomarlesh shus generalesss de ley y nada máshhh…
¡Van a violarnos! Rompió el
silencio una voz sepulcral y sumamente descompuesta al igual que su estómago. Estalló
el espanto y ¡zuácate!, los 300 se vinieron al suelo junto con las endebles rejas
y cundió el desbande general dentro del pequeño recinto policial. Unos cuantos
suboficiales adormitados trataron de ponerse en pie para detener el tsunami y
pronto se perdían arrollados en el voraz cataclismo sin entender lo que pasaba,
metidos entre los cuerpos desesperados por conseguir la ansiada calle y ganar su
partido por la mínima diferencia: su libertad.
Una vez en la calle con, mi
choche, el “Chino Okalito”, pisándonos la lengua, rompimos el récord de los 800
km sin vallas, sin perro que nos ladre y sin alma humana capaz de detenernos.
Posteriormente, ya sin tembladeras, nos volvimos a reunir y le pregunté:
-Chino, ¿sabes por qué empatamos
con ese equipucho?
-¡No jodas! Que no quiero saber
nada de fútbol… Tuavía tengo la cabeza rota, el lomo molido y las patas apenas
me resisten… ¡Además, sigo con esta bicicleta maldita que no la aguanto!
-Pero… Chino, el domingo juega la
sele… y he conseguido dos tickets para butacas…
-¡Pero ahí no podemos encender
fogatas, won!
-¡Claro que no! Won… por eso solo
tengo estas 10 bengalitas…de medio metro¡Vamos, aunque… puede que sea otro empate, woncito!
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