jueves, 17 de agosto de 2017

DOS HINCHADAS FIELES AL CASTIGO

              
1    1. LA PREVIA
Las barras bravas como siempre habían desbordado nuevamente las alambradas metálicas y nuevamente se enfrentaban en aquel clásico que ya se venía venir desde varios años atrás: más de 50,000 soles de sueldo en algunos puestos de la Reserva (Club Banco Central); 35, 000 para los dirigentes del Otorongo Fútbol Club y 3, 000 para los verdes árbitros escogidos para fallar siempre a favor de los empresarios u orquestadores del evento. Mientras tanto para los miles de jugadores inscritos en la Copa Perú (80% de peruanos) no disponían ni de un chorrito de agua para los períodos de descanso. Es así que, dadas las circunstancias de maltrato centenario exigía mecha obligada. Entonces, estos últimos (en todo), invadieron el campo rompiendo todo intento de arreglo y se fueron a la calle para gritar su descontento, su necesidad y su explotación junto con las demás hinchadas en un conato más por conseguir audiencia mínima.

2    2. DESARROLLO DEL ENCUENTRO
Desesperados, sacaron sus rojas banderolas que flameaban justicia; las blancas, reclamando desdeñada equidad y las negras, señalando el trágico luto por los exiguos haberes, remuneraciones, pagos o limosnas que apenas llegaban a los 45 soles semanales en contadas comunidades campesinas. Del otro lado, sin dudas ni murmuraciones, salían los otros equipos que, sin tener preparación adecuada, blandían sus escudos de fibra, sus varas de metro y medio y portaban 20 bombas lacrimógenas en los bolsillos cada uno.
La miseria, el dolor y la injusticia milenaria, halladas en los libros, en las mesas y asentamientos salían a las calles para bramar su impotencia a través de improvisadas rimas que susurraban solución y no represión; de la otra, silbaban bombas, instantáneas encerronas y feroces apanados. Sabían que del otro bando estaban sus padres, hermanos, amigos y colleras; pero el deber los empujaba hasta cambiar su miedo, su respeto y consideración incipientes. Había que defender el orden, la vía pública y las bonificaciones.

3    3. COMENTARIOS

¿Y mañana? No hay mañana para ambos elencos. Pasado el fragor de la lucha, habrá consabidas denuncias, excesos, maldiciones y mentadas, soterrados ya en viejas reminiscencias que no alcanzarán a la alta dirigencia. Sin embargo, desde ese mismo momento ya se oteaba un milenario anhelo de clasificación a un mundial inalcanzable; pero dentro de sí, cada uno de los viejos contendores sabía que en poco tiempo se realizaría aquel nuevo encuentro que olía a viejas peleas, sudor y sangre, con bajas ostensibles por ambos bandos, pero que no alcanzaba nunca a los organizadores que, felices expectantes estaban convencidos que eso era parte del mundo de las masas.

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