1 1. LA
PREVIA
Las barras bravas como siempre
habían desbordado nuevamente las alambradas metálicas y nuevamente se
enfrentaban en aquel clásico que ya se venía venir desde varios años atrás: más
de 50,000 soles de sueldo en algunos puestos de la Reserva (Club Banco Central);
35, 000 para los dirigentes del Otorongo Fútbol Club y 3, 000 para los verdes árbitros
escogidos para fallar siempre a favor de los empresarios u orquestadores del
evento. Mientras tanto para los miles de jugadores inscritos en la Copa Perú
(80% de peruanos) no disponían ni de un chorrito de agua para los períodos de
descanso. Es así que, dadas las circunstancias de maltrato centenario exigía
mecha obligada. Entonces, estos últimos (en todo), invadieron el campo rompiendo
todo intento de arreglo y se fueron a la calle para gritar su descontento, su
necesidad y su explotación junto con las demás hinchadas en un conato más por
conseguir audiencia mínima.
2 2. DESARROLLO
DEL ENCUENTRO
Desesperados, sacaron sus rojas
banderolas que flameaban justicia; las blancas, reclamando desdeñada equidad y
las negras, señalando el trágico luto por los exiguos haberes, remuneraciones,
pagos o limosnas que apenas llegaban a los 45 soles semanales en contadas
comunidades campesinas. Del otro lado, sin dudas ni murmuraciones, salían los
otros equipos que, sin tener preparación adecuada, blandían sus escudos de
fibra, sus varas de metro y medio y portaban 20 bombas lacrimógenas en los
bolsillos cada uno.
La miseria, el dolor y la
injusticia milenaria, halladas en los libros, en las mesas y asentamientos
salían a las calles para bramar su impotencia a través de improvisadas rimas
que susurraban solución y no represión; de la otra, silbaban bombas,
instantáneas encerronas y feroces apanados. Sabían que del otro bando estaban
sus padres, hermanos, amigos y colleras; pero el deber los empujaba hasta
cambiar su miedo, su respeto y consideración incipientes. Había que defender el
orden, la vía pública y las bonificaciones.
3 3. COMENTARIOS
¿Y mañana? No hay mañana para
ambos elencos. Pasado el fragor de la lucha, habrá consabidas denuncias,
excesos, maldiciones y mentadas, soterrados ya en viejas reminiscencias que no
alcanzarán a la alta dirigencia. Sin embargo, desde ese mismo momento ya se
oteaba un milenario anhelo de clasificación a un mundial inalcanzable; pero
dentro de sí, cada uno de los viejos contendores sabía que en poco tiempo se
realizaría aquel nuevo encuentro que olía a viejas peleas, sudor y sangre, con
bajas ostensibles por ambos bandos, pero que no alcanzaba nunca a los
organizadores que, felices expectantes estaban convencidos que eso era parte
del mundo de las masas.
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