viernes, 14 de abril de 2017

LOS HUEVOS DE PASCUA


Como ustedes bien lo saben, mis estimados wonazos, esta costumbre de mandar huevos tiene un huevo de años, pues nos viene desde la Era del Hielo. Tiempo aquel tan gélido, que para su producción en serie, apenas se ponía en funcionamiento el serrucho hidráulico (en esos tiempos tenía un huevo de dientes), este instrumento corría el riesgo de quedar hecho un huevo congelado, digo, una estalagmita de hielo y el desove resultaba peor: una suerte de jugarse la vida porque al primer contacto con los -50° del medio, la fábrica quedaba como un iglú... pero,  sin su entrada natural de acceso. Será por eso que cada vez que escuchamos que les tiremos uno, la sangre se nos congela y sentimos como que nos estuvieran arrancando uno de los nuestros; aunque, valgan verdades, los nuestros no son de pascua o solamente los podemos ofertar en tales fechas. No, amici, están a su total y entera disposición. Bueno, los pascuales, ahora se presentan con un sinfín de iniciativas locales, propias y únicas: bajo un huevo de envolturas, (para su transporte seguro, dicen), de tal modo que al comprar una caja de 20 x 15 cm. solo se logra probar una pieza tamaño almendra o sea de 20 mm. Curiosidades muy ingeniosas propias de nuestro mercado común Choliforniano. Pero lo más espectacular resultan ser las frases derivadas y las connotaciones de nuestro chamullo a través del tiempo y de nuestra incomparable indiosincracia que muchas veces nos llega al huevo.
Así, por ejemplo, cuando no podemos caminar con suficiente holgura y flexibilidad locomotriz nos inquieren maliciosamente: -¿T´as con los huevos escalfados?  Y si los mencionados no están a la temperatura de SU ambiente y ´nos rascamos por el calor´ nos dicen: -¿El caldillo ya no cabe en tu bóxer? Para cuando estamos padeciendo por un material altamente potable (105 de base), la inocente pregunta suena así: -¿No quisieras un huevo a la rabona? Con lo cual solo nos queda ir a la cocina y jalarnos un huevo.
No quisiera referirme a los casos negativos, infructuosos o francamente desastrosos; los mismos que son calificados como que estamos hasta el huevo. Sin embargo, existe multitud de situaciones o casos aciagos, por decir lo menos, porque sin quererlo terminaríamos haciendo una huevada que no es lo mismo de hacer una tortilla.
Preferible, y solo por estar en Semana Santa, muy próximos a celebrar esta Pascua de Resurrección, tras el huevo de desastres naturales con carácter de permanentes, como son: corrupción en infaltables entregas quinquenales; remate semanal de prescripciones; concurso de extorsiones propiciadas desde el INPE; violaciones y pedofilia con olor a santidad. Nos mantienen en un hueveo loco por aguantarlas día a día. Pero ahora se nos viene lo peor, la reconstrucción encargada a las subsidiarias de Odebrecht; pues ya se está cocinando oficialmente una maldita ensalada de huevos con chancho y mermelada para metérnosla gratuitamente a través de las empresas del jodierno; mas a pesar de esta denuncia que nos van a hinchar tanto los huevos que hasta los avestruces van a … enterrar su cabecita debajo de sus hue... cos.  
Dada la infalible y gigantesca cutra que se nos viene, no nos podemos quedar rascándonos los huevos; luego, ¿qué sería lo más aconsejable para poder comer nuestro propio huevo de Pascua en las mejores condiciones y podamos disfrutar unos segundos de paz y tranquilidad en el seno de nuestra familia? Hay un huevo de posibilidades, pero aquí van algunas recomendaciones:
a)      No dejar de aprovechar la producción nacional a escala macro, de estos llamados desdeñosamente huevones y que, gracias a nuestras condiciones climáticas se producen en forma espontánea. Hay que envolverlos esmeradamente y cerrarlos con un lacito rojo de cortesía y enviarlos a todas las autoridades para que sepan lo que es rico, sugiriéndoles que lo gocen por abajo; es decir, por “su abajo” del huevo;
b)      Adjuntarles una tarjetita donde se les explique que dicho presente es por su desmedido hueveo institucionalizado; por sus ansias de seguir peleándose por huevadas y por su insaciable apetito de seguir metiéndonos el dedo; sin saber que ya nos llegaron al huevo y que estamos sumamente dispuestos a tirarnos un huevo a la rusa, a la napolitana o, finalmente, a la vecina que nos está calentando los hue…nos ánimos.

¡Un sincero abrazo por la Pascua y que este pequeño presente no les llegue al huevo!

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