Como ustedes
bien lo saben, mis estimados wonazos, esta costumbre de mandar huevos tiene un
huevo de años, pues nos viene desde la Era del Hielo. Tiempo aquel tan gélido,
que para su producción en serie, apenas se ponía en funcionamiento el serrucho hidráulico
(en esos tiempos tenía un huevo de dientes), este instrumento corría el riesgo
de quedar hecho un huevo congelado, digo, una estalagmita de hielo y el desove
resultaba peor: una suerte de jugarse la vida porque al primer contacto con los
-50° del medio, la fábrica quedaba como un iglú... pero, sin su entrada natural de acceso. Será por eso
que cada vez que escuchamos que les tiremos uno, la sangre se nos congela y
sentimos como que nos estuvieran arrancando uno de los nuestros; aunque, valgan
verdades, los nuestros no son de pascua o solamente los podemos ofertar en
tales fechas. No, amici, están a su total y entera disposición. Bueno, los
pascuales, ahora se presentan con un sinfín de iniciativas locales, propias y
únicas: bajo un huevo de envolturas, (para su transporte seguro, dicen), de tal
modo que al comprar una caja de 20 x 15 cm. solo se logra probar una pieza
tamaño almendra o sea de 20 mm. Curiosidades muy ingeniosas propias de nuestro
mercado común Choliforniano. Pero lo más espectacular resultan ser las frases
derivadas y las connotaciones de nuestro chamullo a través del tiempo y de nuestra
incomparable indiosincracia que muchas veces nos llega al huevo.
Así, por
ejemplo, cuando no podemos caminar con suficiente holgura y flexibilidad locomotriz
nos inquieren maliciosamente: -¿T´as con los huevos escalfados? Y si los mencionados no están a la temperatura
de SU ambiente y ´nos rascamos por el calor´ nos dicen: -¿El caldillo ya no cabe en tu
bóxer? Para cuando estamos padeciendo por un material altamente potable
(105 de base), la inocente pregunta suena así: -¿No quisieras un huevo a la
rabona? Con lo cual solo nos queda ir a la cocina y jalarnos un huevo.
No quisiera
referirme a los casos negativos, infructuosos o francamente desastrosos; los
mismos que son calificados como que estamos hasta el huevo. Sin embargo, existe
multitud de situaciones o casos aciagos, por decir lo menos, porque sin
quererlo terminaríamos haciendo una huevada que no es lo mismo de hacer una
tortilla.
Preferible, y
solo por estar en Semana Santa, muy próximos a celebrar esta Pascua de
Resurrección, tras el huevo de desastres naturales con carácter de permanentes,
como son: corrupción en infaltables entregas quinquenales; remate semanal de
prescripciones; concurso de extorsiones propiciadas desde el INPE; violaciones
y pedofilia con olor a santidad. Nos mantienen en un hueveo loco por
aguantarlas día a día. Pero ahora se nos viene lo peor, la reconstrucción
encargada a las subsidiarias de Odebrecht; pues ya se está cocinando
oficialmente una maldita ensalada de huevos con chancho y mermelada para metérnosla
gratuitamente a través de las empresas del jodierno; mas a pesar de esta
denuncia que nos van a hinchar tanto los huevos que hasta los avestruces van a
… enterrar su cabecita debajo de sus hue... cos.
Dada la
infalible y gigantesca cutra que se nos viene, no nos podemos quedar
rascándonos los huevos; luego, ¿qué sería lo más aconsejable para poder comer
nuestro propio huevo de Pascua en las mejores condiciones y podamos disfrutar
unos segundos de paz y tranquilidad en el seno de nuestra familia? Hay un huevo
de posibilidades, pero aquí van algunas recomendaciones:
a)
No dejar de aprovechar la
producción nacional a escala macro, de estos llamados desdeñosamente huevones y
que, gracias a nuestras condiciones climáticas se producen en forma espontánea.
Hay que envolverlos esmeradamente y cerrarlos con un lacito rojo de cortesía y
enviarlos a todas las autoridades para que sepan lo que es rico, sugiriéndoles
que lo gocen por abajo; es decir, por “su abajo” del huevo;
b)
Adjuntarles una tarjetita donde
se les explique que dicho presente es por su desmedido hueveo
institucionalizado; por sus ansias de seguir peleándose por huevadas y por su
insaciable apetito de seguir metiéndonos el dedo; sin saber que ya nos llegaron
al huevo y que estamos sumamente dispuestos a tirarnos un huevo a la rusa, a la
napolitana o, finalmente, a la vecina que nos está calentando los hue…nos
ánimos.
¡Un sincero abrazo por la Pascua y que este pequeño presente no les
llegue al huevo!
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