Doctorcito Chiro T.
Fast: Me considero una chica normal: sana, alegre y muy jovial; pero hay
ocasiones íntimas que resultan muy cambiantes. Mi pareja de turno es un
muchachote un poco mayor pero que siempre trata de cumplir mis deseos a
cabalidad. Digo que trata porque en varias ocasiones siento que me quedo con la
miel en los labios, sin que esto signifique haber efectuado una mamada a fondo
(en esta semana); pero en otras, la paso de lo más bien, pidiendo repetición de
la faena con sacada al hombro, incluyendo otorgamiento de rabo. Cabezona, he
tratado de hallar un motivo, causa o razón que explique mis extraños modos de
reaccionar o de terminar un encuentro camatorio sin haber terminado en un buen
clímax.
¿Qué puedo hacer,
Doc? Hemos tratado de variar el menú, incluyendo 17 nuevas propuestas del
Kamasutra, con tanto entusiasmo que casi lo desnuco porque la carta exigía,
como postre, la sacada de conejos gigantes, pero yoni, nada de nada; luego,
pensamos que la causa era por mueble empleado, rompiendo tres sillas en tantos
intentos para conseguirlo. Finalmente, creíamos que con la ingesta de algunos
afrodisíacos estaba el asunto concluido; es así que tomamos una botella de
Chuchuhuasi purol, más medio litro de Huanarpo Macho con tres vasos de
Rompecalzón… Casi resulta con la primera dosis; después caímos en lo mismo.
Obvio que el problema es enteramente mío… ¿Qué hago, Doc?
Ma. de los Remedios, La Incompleta, Moquegua
Estimada Ma. de los Remedios: en primer lugar, no
debes olvidar, antes que nada, a pesar de estar metidos en el costal universal
de monos, este grupo es variopinto en gustos y goce reproductivo, aunque no lo
creas, somos los especímenes que viven, gozan y chapan de una manera única que
nos señala como la categoría de los bípedos (pero que siempre metemos las
cuatro) más proclives a la matraca; en otras palabras, constituimos una sola
especie… pero tan disímil, dispareja y distinta que dos gemelos un vitelinos
son iguales, pero no idénticos.
Más aún, tratándose de cuestiones orgásmicas, la cosa
es más compleja… y si el asunto es de índole femenina, peor. Luego, ¿de qué
depende la plenitud del goce sexual en las hembras? De muchas cosas, p.e:
1. Del grado de demanda por parte de los amantes;
2. Del tiempo;
3. De la última regla.
Efectivamente, para vuestro caso no cuentan los
afrodisíacos, menos los mencionados. Sin temor a equivocarme (como en el amor),
todo depende de una buena motivación y mejor introducción: 1° un calentamiento
acelerado y en pelotas, que saque chispas en ambos cerebelos hasta que salga
humo y se calcinen de puro entusiasmo; 2° que se den el espacio suficiente para
prepararlos a la muerte súbita; es decir, que la chancada sea a fondo y con una
entrega a domicilio del punto G; 3° además, tomar muy en cuenta el día D o sea
el de tu regla, porque son -en estas proximidades- que tu líbido está a punto
de caramelo… pues solo bastará el toque de una pluma para que ambos puedan
arribar a la meta totalmente electrocutados hasta perder los estribos. Bon Voyage!
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