jueves, 9 de marzo de 2017

LA INCONCLUSA


Doctorcito Chiro T. Fast: Me considero una chica normal: sana, alegre y muy jovial; pero hay ocasiones íntimas que resultan muy cambiantes. Mi pareja de turno es un muchachote un poco mayor pero que siempre trata de cumplir mis deseos a cabalidad. Digo que trata porque en varias ocasiones siento que me quedo con la miel en los labios, sin que esto signifique haber efectuado una mamada a fondo (en esta semana); pero en otras, la paso de lo más bien, pidiendo repetición de la faena con sacada al hombro, incluyendo otorgamiento de rabo. Cabezona, he tratado de hallar un motivo, causa o razón que explique mis extraños modos de reaccionar o de terminar un encuentro camatorio sin haber terminado en un buen clímax.
¿Qué puedo hacer, Doc? Hemos tratado de variar el menú, incluyendo 17 nuevas propuestas del Kamasutra, con tanto entusiasmo que casi lo desnuco porque la carta exigía, como postre, la sacada de conejos gigantes, pero yoni, nada de nada; luego, pensamos que la causa era por mueble empleado, rompiendo tres sillas en tantos intentos para conseguirlo. Finalmente, creíamos que con la ingesta de algunos afrodisíacos estaba el asunto concluido; es así que tomamos una botella de Chuchuhuasi purol, más medio litro de Huanarpo Macho con tres vasos de Rompecalzón… Casi resulta con la primera dosis; después caímos en lo mismo. Obvio que el problema es enteramente mío… ¿Qué hago, Doc?
                                                                             Ma. de los Remedios, La Incompleta, Moquegua

Estimada Ma. de los Remedios: en primer lugar, no debes olvidar, antes que nada, a pesar de estar metidos en el costal universal de monos, este grupo es variopinto en gustos y goce reproductivo, aunque no lo creas, somos los especímenes que viven, gozan y chapan de una manera única que nos señala como la categoría de los bípedos (pero que siempre metemos las cuatro) más proclives a la matraca; en otras palabras, constituimos una sola especie… pero tan disímil, dispareja y distinta que dos gemelos un vitelinos son iguales, pero no idénticos.
Más aún, tratándose de cuestiones orgásmicas, la cosa es más compleja… y si el asunto es de índole femenina, peor. Luego, ¿de qué depende la plenitud del goce sexual en las hembras? De muchas cosas, p.e:
1.     Del grado de demanda por parte de los amantes;
2.     Del tiempo;
3.     De la última regla.
Efectivamente, para vuestro caso no cuentan los afrodisíacos, menos los mencionados. Sin temor a equivocarme (como en el amor), todo depende de una buena motivación y mejor introducción: 1° un calentamiento acelerado y en pelotas, que saque chispas en ambos cerebelos hasta que salga humo y se calcinen de puro entusiasmo; 2° que se den el espacio suficiente para prepararlos a la muerte súbita; es decir, que la chancada sea a fondo y con una entrega a domicilio del punto G; 3° además, tomar muy en cuenta el día D o sea el de tu regla, porque son -en estas proximidades- que tu líbido está a punto de caramelo… pues solo bastará el toque de una pluma para que ambos puedan arribar a la meta totalmente electrocutados hasta perder los estribos. Bon Voyage!


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