A diferencia de otras deidades femeninas, nació siendo grandecita; es decir, de la cabeza del Gran Zeus brotó un portento de belleza femenina, sumamente apuesta y con gran valor; dueña de una esbeltez extraordinaria que era la envidia de sus otras hermanas, primas, tías y demás miembras del equipo olímpico.
Cuenta el chismoso
de Hesíodo que en una de sus tantas escapadas el inaguantable dios de dioses o
padre de la patria para los grecos, se le fue la… mano y embarazó a Metis y
pronto la TV local, en su canal HD Oráculo de Delfos corrió la noticia a campo
traviesa propalando la siguiente advertencia: “Aquel que se atreva a meter el
dedo en la virginal oceánide Metis -símbolo de nuestra sabiduría- se correrá la
fija de verse opacado por la gloria de su vástago”, así que… divino Zeus, avisad
a toda tu grey de centauros, machos cabríos y demás miembros de la orden:
Aguantakos forever, conocidos como “Los Onagros del Helospoto” (Sic.) para que
dicho autor de la guagua, obligatoriamente
y bajo la pena de castración, asuma su paternidad responsable; al margen
de cualquiera otra insinuación o amenaza no certificada; pues ya saben que la
visión teleológica del ciego Tiresias puede pecar de extrema o poco clara, pero
así está escrito por el infalible hado y así será!
Apenas wathchó la
emisora Alfa&Beta, Athenas TV Co. al padre de los dioses se le doblaron las
rodillas y cayó postrado al revés: encima el trono y debajo de su mujer; aquel
viril rayo y la resplandeciente corona se vinieron por los suelos y el super-macho-cabrón
asumió un gesto por demás estúpido e idiota que solo inspiraba lástima.
-Amado esposo mío,
dime que os pasa? Cambiad esa mueca o… por lo menos respirad y… cambiad ese maldito
color lila que acompaña vuestro lívido y grosero gesto! No hagáis quedar mal a
la pareja real. Mirad que todos tienen sus ojos clavados en el trono…! Por
favor, Zeus, reaccionad… que estáis azul cieno! Además… os estáis contagiando a
los demás dioses… mirad, p.e. la diosa Metis, antes se presentaba gallarda, rosadita
y muy coqueta; ahora, despide un color cenizo igual al vuestro… se nos viene
abajo! Me pregunto ¿os habréis puesto de acuerdo para sorprendernos en esta
corte? Mirad… que me desmayo al toque… porque también creo estar esperando al
pterodáctilo que anuncia los nacimientos…
Y estas palabras
fueron la gota que derramó la copa de vino real. El Rey entró en un profundo
sopor, recogió su zigzagueante rayo y muy desesperado tomó al soplón de Urano
por el cuello y se lo tragó sandalias y todo. Pasado este pequeño desliz el
dios supremo, despertó con un grandísimo dolor de cabeza que lo turbó
totalmente. Solo la gran habilidad de su hijo Hefesto y gracias al dominio que
ejercía sobre el cincel y combo en su taller de medicina veterinaria pudo
operar al cabezón de su padre y hacerlo alumbrar a la Diosa Palas Atenea
ricamente vestida y ya adulta.
Y como dice el
dicho. “De tal palo… tal Athenea”. Desde el nacimiento de esta flaca, no solo
entró en interminables discusiones con sus hermanos, hermanas, primas y tías,
por cuanto ella creía ser depositaria de la primogenitura y preferencias
paternas; sino que inclusive se peleaba con su indomable cabello; razón por la
cual siempre usaba un casco y tuvo que ser nombrada Diosa del arte de la Guerra
porque nunca tenía pierde; caso contrario, el rival corría el riesgo de verse
ensartado por la gigantesca lanza que siempre la acompañaba y que
infaliblemente la sabía colocar entre ambos cachetes.
Otro chisme del
autor nos hace conocer que una de las provincias de Grecia, Ática, propuso un
concurso para escoger el nombre de la ciudad. Los contendores eran Poseidón y
Palas Athenea. Para impresionar mejor, el dios de los mares y las aguas cogió
su tridente y clavándolo en el suelo dijo: -Acudan a mí las cristalinas
corrientes nacidas desde este Acrópolis para calmar la sed de los poblanos! Así
se hizo y así cumplió! En cambio, la diosa Palas plantó un olivo para impedir
que la ciudad fuese inundada por las aguas servidas e hizo instalar una red de
desagües, metiéndolos a su rival junto con sus seguidores en los canales para
hacer ver la perfección de su obra, al mismo tiempo la expulsión de todas las
porquerías del reino justo en el momento mismo de su inauguración. Semejante
obra de ingeniería no podía pasar desapercibida y los demás dioses decidieron obligatoriamente
(so pena de morir ahogados en la mismísima m) que aquel regalo de su númen
tutelar era más sabio y llamaron a la ciudad Atenas, en su nombre.
Finalmente, el
autor nos hace ver la trascendencia e importancia de los pequeños detalles y
que encierran honda significación: Ares era el hermano llamado “el dios de la
guerra” por los troyanos; en cambio ella, llevaba el título de “diosa del arte
de la guerra” por los griegos. Aquí, aunque usted no lo haya notado, salta a la
vista las cualidades innatas del género denominado femenino pero que se esconde
bajo un aparente término genérico, débil y muy simple: Mujer. Pues, véalo usted
con sus propios ojos: mientras un varón (recio, musculoso y pillo entre los
pillos) solo hace uso de la fuerza para solucionar un problema o una disputa;
en cambio, la varona, hace uso de sus milenarias artes mejoradas al 1000% en
cada generación.
Bien, tomemos solo
una millonésima de su guanina (ADN): el uso que hace de su imperceptible
estrategia: ante la presencia de un acto o hecho, primero, su supercomputadora
siempre está prendida, doblemente si es de noche. Pasa el escáner de pe a pa y
determina el tipo de problema: talla,
peso, color, número de zapatos; personalidad, humor y billetera. Después de una
milésima de segundo surge su análisis en 5HD; al mismo tiempo aparecen en la
pantalla virtual las propuestas de 50 alternativas principales de solución y
500 secundarias, más 50 de repuesto. Hace una mueca y surge la aplicación inmediata de la más efectiva. Guiña
un ojo y aparece su evaluación racional y afectiva. Cruza las piernas y, lacónicamente,
como quien no quiere intervenir dice: -No está tan mal…podría ser! Porque muy
en el fondo sabe que no necesita gastar sus energías, que hay que guardarlas
para otros momentos, mas es suficiente para demostrar quién es quién! Quién es
la que tira a la hora de la hora. Believe it or not!
De tal manera que
estos actualizados chismes y, desde siempre, nos hacen ver los millones de años
de distancia que nos llevan en cuanto fortaleza, aguante, sagacidad, intrepidez
y velocidad de su única neurona con la cual la providencia las ha dotado.
Luego. La pregunta que surge de cajón: ¿y si Dios las hubiera premiado con dos?
La Cantata en Re Mayor! Seguiríamos lomodependientes! Per saecula saeculorum,
amén!
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