Estimado Dr. Chiro: nunca
pensé acudir a un sexólogo y más, por una situación tan especial como la que
acontece con mi nueva pareja, quien a decir, resulta ser todo lo opuesto al
común comportamiento sexual del otro
bando, digo, del elemento femenino (y no por lo elemental), dado que en la
intimidad universal de los manuales se pregona a los cuatro vientos aquel deseo
mutuo por acudir engrapados, en paralelo, al clímax; pero, resulta, estimado
doctor, que mi material de apoyo es súper recontra veloz en arribar a sus calambres
orgásmicos; tanto así que no bien le menciono la palabra ¿vamos?, deja lo que
está haciendo y se dirige automáticamente hacia el cuadrilátero y en el camino,
va dejando una estela de prendas, llegando al altar del sacrificio tal como
vino al mundo y lista para el combate. Bueno, tal vez, usted podría indicarme
como remedio, el evitar pronunciar dicha palabra o expresión alucinatoria y asunto
solucionado; pero, nones. No bien suena la trompeta para el ingreso del toro al
expectante coso, cuando se le viene un terremoto neuronal grado 9.9 en todas
sus localidades situadas en la galería de abajo, que grita y convulsiona de
manera espectacular, resultando imposible tratar de calmar sus gemidos, mezcla
de vítores y aplausos dados hasta con las piernas, inquietando a todo el barrio
que ya sabe cuándo tenemos faenas y se mueren por conseguir una abono; mientras
que el suscrito, recién anda por el paseíllo inicial y los primeros capotazos desde
el burladero para luego, ir entrándole a asunto con todo el entusiasmo posible
en pos de obtener el escapulario de oro
con salida en hombros, más redoble de aplausos
que exigen repeticuá. Sin embargo, recién pasaron 40 segundos y la res está ya
moribunda. Admirado, me detengo en seco, se desvanece mi entusiasmo y quedo con todas las ansias de obtener por lo
menos un par de manoletinas para llegar al obligado cambio de estoque. ¿Cuál es
la solución que propone, doctor? Porque siempre me está ganando por puesta de
pelo, aun saliendo embalados del mismo partidor!
Atte. Juan de Dios Troncoso
Estimado
Juan: Dios, seguramente te está poniendo a prueba; realmente, esta es una
situación fuera de serie. Contra todo pronóstico de la polla, escapa a los
cánones de lo normal, usual o cotidiano por ser todo lo contrario al común de
las actuaciones femeniles relacionadas con la llegada a tiempo. Después de
haber revisado los manuales de la Rampolla y De Negri, así como el de N.
Paredes, solo queda proceder de la siguiente manera:
Primero,
considero que el chip de tu material está sumamente acelerado y que puede pasar
del arranque al muere sin considerar las etapas obligadas de: calentamiento,
aceleración y pausa; doble aceleración y
enfriamiento del motor con afinamiento de cuchillas; última pausa, fierro a
fondo con embrague incluido hasta explosión incontenible de la combustión generada
por la máquina y su conductor. Asimismo, requiere de una calibración de bujías.
Tal vez hay sobrecarga de la chispa y tan solo con el encendido se incendia
toda, vuela el velocímetro y su arranque llega hasta el mismísimo mufle en dos
segundos y tres décimas;
Segundo,
podrías hacer un sondeo manual empezando por su botón de arranque, pero con
mucho cuidado; no vaya a ser que al primer toque, no solo te coja el dedo, sino
la mano entera y luego tangas mayores complicaciones cuando trates de recuperar
todos los huesos astillados de las falanges, por la fuerza propia de sus
pistones nuevecitos y muy bien aceitados;
Tercero,
tal vez puedas hacer uso de algunas cremas anestésicas que te permitan insensibilizar
la zona, mas ten cautela cuando ingreses poco a poco por la parte superior,
porque tal vez tenga orgasmos vaginales y el remedio podría resultar un
lubricante efectivísimo y no te quede ni la piel con que cubrirte el resto de
la temporada;
Finalmente, cambia de postura o de pose. Te
recomendaría la 69 porque así tendrías la posibilidad de saber el origen de la
disfunción. Igualmente, ten mucho cuidado al hacerlo porque no solo podrías
perder la lengua, el paladar y la úvula; lo peor sería que pierdas el
entusiasmo por querer conseguir una mutua llegada a tiempo con tal posición.
Aunque, como último recurso, antes del acoplamiento colócale hielo por cinco
minutos. O con ello equiparas niveles de calentamiento y podrían llegar ambos a
la meta; o vas a tener que perder el aliento, la tráquea y los pulmones tratando
de entibiar el asunto después de miles de intentos.
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