domingo, 14 de junio de 2015

LO QUE USTED SOSPECHABA DE DON MIGUEL DE CERVANTES Y SAAVEDRA

En un lugar de la MP (la madre patria, España, por siaca) y no de la PM, como suelen pensar  algunas mentes cochinas –la tuya incluida-; se cree, ojo que solo se cree que vino al mundo este ingenioso hidalgo escribidor; porque en su natal Alcalá de Henares felizmente carecía de Registros Públicos y los nacimientos de ese entonces solo se contaban en los infaltables chismes de la época; es decir, como hasta ahora.

Michael, como se le conoce por estos lares, a pesar de no ser de Aragón, bailaba muy bien la jota; porque andaba tan jota hasta los 17, que se tuvo que embarcar en muchas empresas como aprendiz de cirujano, intérprete; desfacedor de entuertos y deudor incorregible, pero en los renglones que más destacó fueron los préstamos a sola firma y las faldas en sus diversas manifestaciones: viejas, doncellas; altas, chatas; flacas como una espada o bien entraditas en carnes; es decir, no entraba en selección alguna; era buen pobre, al que cualquier material con faldas lo traía loco de atar; a tal punto que las prisiones de los pueblos donde vivió eran sus hostales más conocidas como las Pensiones Soto, donde nunca le faltaba casa, comida y po…co más o menos todo lo demás.
Es así que, sin mucho trámite legal,  se recibe oficialmente de preso consuetudinario en Valladolid y Madrid. Inclusive, gracias a un duelo sostenido con don Antonio Sigura, -por la disputa de una mujer casada -ponderada por todo el barrio como la top model de 17 abriles más potable de la vecindad- y solo por esta única razón lo despachó de una sola estocada. Sin pensarlo dos veces, tomó las de Villadiego, puso pies en polvorosa y hasta hoy siguen buscándolo en los lupanares de la bellísima Italia.


Después de algún tiempo, se armó de valor e ingresó en la Armada Española, participando en la Batalla de Lepanto, donde perdió la mano izquierda, aquella que daba la estocada mortal. Pero aquello de Manco De Lepanto, eran solo habladurías, porque muy bien que manejaba los dos brazos; sobre todo, a la hora de pegar un alce o cargar con toda la pieza hacia el lugar del sacrificio.
Nuestro queridísimo adalid no podía con su genio y se puso a fabricar más préstamos y grandes empeños de los cuales no se escaparon ni sus primas; inclusive, estando en prisión (¿y cuándo no?) hasta aquellas “amigas” que le hacían las visitan conyugales las alquiló –inicialmente- a sus guardianes carceleros; posteriormente y como el negocio iba viento en popa, se animó a venderlas por tres escudos cada una (un huevo de dinero en esos tiempos) diciendo que era “remate por liquidación del venusterio”. Pronto se enteró el Alcaide y como no quiso hacerle una rebajita (dos gratis por ser autoridad) y temiendo por el nacimiento de una competencia desleal, le subió la pena y le bajó los calzones dejándolo más calato que su abuela (QDDG). En suma, era toda una joyita digna de ser exportada a la cárcel más famosa de la época: Los Infiernos Mortales de Argel.
Animado por tan extraordinario desafío y las grandes expectativas de poder establecer, allende los mares,  una sucursal de su reciente invención. Previamente quiso pasear por el Mediterráneo, pero un día de tantos, en plena travesía fue hecho prisionero por una flotilla turca donde había tres hermanos de las vestales sacrificadas y, al toque lo convirtieron en esclavo. Estuvo guardado por cinco largos años. Miguelito, como se insinúa fehacientemente, tenía afanes comerciales, financieros pero nada legales, aunque comprensibles, porque cumplía puntualmente largas desapariciones del mercado bursátil. Aprovechó esas continuas estadías para probar su gran ingenio literario, y no solo ello, lo puso en práctica y fabricó diez tentativas de fuga, (le dejó una copia autografiada al Conde de Montecristo).  Razón más que suficiente para que el Gobernador turco, El Bey, lo encerrara en un baño con cadenas en las manos que las tenía muy ligeras y grilletes en los pies, que siempre andaban inquietos por escapar a la España y poder recibir aunque sea un pequeño “pedazo de zol, hombreeeee!”.

Fue gracias a su madre  quien logró reunir 300 escudos, pero, como siempre, solo fue rescatado… su hermano Rodrigo quien era su broder a morir.

Fray Juan Gil, fiel devoto consumado de la familia –sobre todo por las bondades de la hermana menor de Michele- pudo reunir 500 escudos y lo liberó. De regreso, en Valencia,  quiso emplearse como traductor pero el oficio no era nada socorrido, tomando en cuenta que le había recrudecido el tartamudeo, entonces solo quedaba una cosa (digo, opción): la mujer del tabernero, moza que tenía 17 abriles y 20 de aprovechamiento. Le dio vuelta y la aprovechó, escribiendo su única obra de carne y hueso a la que, después de muchos llantos, logró reconocerla como Isabel.


Hacia 1597 nuevamente fue encarcelado en Sevilla (en la cárcel, of course), por haberse tirado, perdón, retirado el dinero recaudado por el pago los impuestos públicos, firmemente convencido que, como él lo recolectaba, lo menos que podía hacerse eran préstamos personales; pero él no tuvo culpa alguna ya que no había bancos; en cambio le sobraban tentaciones debajo de tantas enaguas que no guardaban nada debajo. Allí engendró la primera parte de su hijo más célebre: Don Quijote de la Mancha, pretendiendo, con su publicación, alejar de las artes caballerescas a tanto paisano aferrado a no hacer nada de nada, como hasta la fecha, donde hay tanto galifardo que la funge de caballero, recontra pobre, pero caballero.

No sabiendo qué más podía hacer sin que fuera el visitar –por largas temporadas-  los calabozos de la Real Cárcel de Sevilla (así se solía conferir títulos nobiliarios por esos pagos, todo era real… realmente una…m…azmorra). Pero como siempre, terco, el muy  mula, con perdón de su fiel Rocinante, escogió aquello que solo le daba más dividendos afectivos (felicitaciones, abrazos e intentos de préstamos a cuenta propia). Pobre, triste y acongojado, cogió su guitarra y se puso a tocar flamencos. No, tomó la pluma de un cuervo porque ni siquiera podía tener una de gallina, menos de pavo; porque ya no le quedaba ni restos de orgullo en la bolsa de su pantalón (ya solo le quedaba una y estaba rota). Se puso piensa que piensa y los ojos se le volcaron hacia adentro pudiéndose hacer una introspección retrospectiva y la respuesta era la misma: seguía tan loco como cuando escribió la primera parte. Hizo un esfuerzo sobrehumano y la cabeza, junto con todo lo demás, volvió a su sitio y reparó que había cambiado: recobró con gran fuerza su tartamudez de juventud y dijo v v vo, vo…voy a volver a es, es, a escribirelQuijote –maldita sea mi lengua- y así nació su segunda parte. Pero no fue una empresa que le llevara una par de meses como lo hace mi colega XXX y luego la presenta como suya preparada en tres años y… un poco más!


Sin embargo, también es necesario hacer algunas aclaraciones, gracias al sistema de interceptación prestado por el Doc, el que permitió ubicarme en el tiempo y espacio correspondientes; logrando analizarlo con mucho detenimiento y señalar:

a) Que se requiere precisar que su producción literaria abarca diversas especies o géneros: novela, poesía, teatro y algunas subespecies o formas menores;

b) En sus Novelas Ejemplares, la primera producción se intitula La Galatea y no La Calatea don Quijote a la Dulcinea de la Mancha; y que, el Licenciado Vidriera no fue el nombre de uno de sus guardianes más crueles; además,  que la Ilustre Fregona no fue su segundo compromiso por Fuerza de la Sangre; tampoco que él se declaró Amante Liberal por una Española Inglesa; aunque Rinconete y Cortadillo dejaron entrever que el autor en referencia MCS, era una celoso extremeño que tuvo un casamiento engañoso, propiciando el coloquio de los perros. Hecha estas aclaraciones, solo queda por refrendar lo sabido.

Este insigne creador en grado máximo dentro de la literatura universal, terminó sus días señalando: “Ayer me dieron la extremaunción y hoy escribo…Si a dicha, por buena ventura mía (que ya no sería, sino milagro me diera el cielo la vida”, lo consagra además como heraldo, ya que su obra es el milagro más sublime que existe a través de Sancho, de la Dulcinea del Toboso y la presencia inmortal de los molinos de viento que nos obliga a vivenciarlos con mucho cariño y veneración por los siglos de los siglos ¡En buena hora!


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