domingo, 8 de junio de 2025

ME MIRÁIS Y TE REGUÍS...

 Con los pantalones remangaus y los caucachos colgados al hombro, tuaviya permaneciban con restos de grama mojada, así como tantitos montoncitos de huacacara que siabiyan chipau y luego, luego, las pisadas se sentiyan bien juerte en cada paso que dabamos por encima de los chascosos y frescos bordos d´iaquellas  chacras qu´ia lo lejos nos pareciban una linda frezada tendida de verdes cuartillas que  nos llevaban de la mano pa´cruzar el puente de palos y seguir tacpiando hasta llegar allí, trepando el cerro lleno de barro, dispués del juerte aguacero que habiya cayiu; allí, detrás de los molles, estaba esa fila de racays blancos levantáus a pulso con puro sillar.

Sí, peee… allacito, ande estaban nuestras maltonas a quienes no veyíamos dende las vísperas de la fiesta grande del domingo pasau; cuando, diantemano, sabíyamos que en esas canchaladas estariyan aguardando una huaspiada nuestra por lo menos; ya que sus hermanos, a pesar qu´eran de nuestra lechigada, se sentiyan muy celosos por sus hermanitas y peyor sus tatas, que ni d´iaporgusto les soltaban las riendas un tantito pa´poder lajlar del colegio, de las huertas o de las chispas que saltaban del kapo un poco verdión…la cuestión era estar juntos, sentir su presensha o acaso su fresco olorcito a retamas que nos teniya locos.

Pero ellas, más trejas que las arañas, se las ingeñaban pa´estar cerquita a nosotros sin decir nada de nada. Sí, peee…apenas empazaba la quemadera del kapo y las ardientes llamas tuaviya estaban chiquitas, ellas, empezaban a saltarlas dejando sus ponchitos de vicuña a un lau y sin decir una palabra, sabiyan que nosotros las seguiríyamos saltando como pericas detrás de cada una de ellas. En ese momento ya n´iumportaba las caras serias de sus tatas, solo nos interesaba saltar cada quien con su cada una, pero como seguiyamos emponchados, cuidando de no pescar una chispa que malograse los ponchos de nuestros tatas. Entonces sí que nos cayería una raspa de la pucha, pero n´ uimportariya que nos rallen el lomo, con tal de mostrar qu´éramos bien machos y que haríyamos cualquier cosa por ellas.

Al rato, se acabaron los montones de kapo y pareciba que l´escuridá tapariya tuita nuestra hermosa visión y nos quedaríyamos huacchitos; pero tuito estaba calculau y d´ade pronto, s´iabriya paso por entre los asistentes una figura que se nos veniya con los cachos prendidos y botando fuego por el hocico. Los vecinos mayores se moriyan de risa y solo se haciyan pa´ un lau, tapándose la cara pa´no ser embestidos y´así llevar la corriente p´al desarrollo de la serenata.

¡Teniya que se aurita! Aprovechando una nueva embestida de aquel “toro” hecho con cañas y bengalas de colores iba a pasar por el lado de aquellas lindas primas, quienes seguiyan corretiando cerca a su grupo de parientes y justo cuando se acercaba aquel mostro de fuego, echando chispas por doquier, cruzaron la calle en su afán de refugiarse detrás nuestro y nosotros adivinamos su jugada y abrimos nuestros ponchos pa´poderlas defender de esos cachos asesinos.

Mas cuando mi Lindaura estuvo bajo mi ponchito, supuestamente temblando de miedo, se chipó con tuita su alma de mi cuerpo y solo me quedó abrazarla y despacito, decirle al oído:

-¡Estáis más linda que nunca!

Y le di un suave beso en la mejilla, pero sentí que en ello se me iba toda el alma y una felicidad guardada por mucho tiempo pudo completarse. Pasado un instante, ella, sacó sus bracitos y las tenues luces despedidas por los fuegos artificiales de aquel único castillo, pudieron hacerla destacar intensamente coloradita. Antes de retirarse, abrió una gran sonrisa que me dejó mudo y parau común poste. Solo pude ver su linda sonrisa y solo atiné a decir:

-¡Me miráis y te reguís!

-¡Zonzo!

Y el amor de mi vida iba allí volando entre las alas de su ponchito, alejándose con dirección a los suyos… Y una gran duda no me dejó dormir, acostado en mi querido catre que pareciba llorar de felicidá con cada güelta que me daba.

DICCIONARIO: Apoyado en el Diccionario de Arequipeñismos de Juan Gmo. Carpio Muñoz

Bordo: por borde

Canchalada: quema de kapo

Caucachos: zapatos

Chipau: colgado, abrazado

Huacacara: bosta

Huaspiar: mirar de reojo, atisbar

Kepiñada: un montón

Lajlar: hablar, comentar

Racay: casa humilde

Reguís: por reís

Remangaus: remangados

Tacpiando: caminando con dificultad

Trejo(a): sabido, avispado, hábil

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