Con los pantalones remangaus y los caucachos colgados al hombro, tuaviya permaneciban con restos de grama mojada, así como tantitos montoncitos de huacacara que siabiyan chipau y luego, luego, las pisadas se sentiyan bien juerte en cada paso que dabamos por encima de los chascosos y frescos bordos d´iaquellas chacras qu´ia lo lejos nos pareciban una linda frezada tendida de verdes cuartillas que nos llevaban de la mano pa´cruzar el puente de palos y seguir tacpiando hasta llegar allí, trepando el cerro lleno de barro, dispués del juerte aguacero que habiya cayiu; allí, detrás de los molles, estaba esa fila de racays blancos levantáus a pulso con puro sillar.
Sí, peee…
allacito, ande estaban nuestras maltonas a quienes no veyíamos dende las
vísperas de la fiesta grande del domingo pasau; cuando, diantemano, sabíyamos
que en esas canchaladas estariyan aguardando una huaspiada nuestra por lo
menos; ya que sus hermanos, a pesar qu´eran de nuestra lechigada, se sentiyan
muy celosos por sus hermanitas y peyor sus tatas, que ni d´iaporgusto les
soltaban las riendas un tantito pa´poder lajlar del colegio, de las huertas o
de las chispas que saltaban del kapo un poco verdión…la cuestión era estar
juntos, sentir su presensha o acaso su fresco olorcito a retamas que nos teniya
locos.
Pero ellas,
más trejas que las arañas, se las ingeñaban pa´estar cerquita a nosotros sin
decir nada de nada. Sí, peee…apenas empazaba la quemadera del kapo y las
ardientes llamas tuaviya estaban chiquitas, ellas, empezaban a saltarlas
dejando sus ponchitos de vicuña a un lau y sin decir una palabra, sabiyan que
nosotros las seguiríyamos saltando como pericas detrás de cada una de ellas. En
ese momento ya n´iumportaba las caras serias de sus tatas, solo nos interesaba
saltar cada quien con su cada una, pero como seguiyamos emponchados, cuidando
de no pescar una chispa que malograse los ponchos de nuestros tatas. Entonces
sí que nos cayería una raspa de la pucha, pero n´ uimportariya que nos rallen
el lomo, con tal de mostrar qu´éramos bien machos y que haríyamos cualquier
cosa por ellas.
Al rato, se
acabaron los montones de kapo y pareciba que l´escuridá tapariya tuita nuestra
hermosa visión y nos quedaríyamos huacchitos; pero tuito estaba calculau y d´ade
pronto, s´iabriya paso por entre los asistentes una figura que se nos veniya
con los cachos prendidos y botando fuego por el hocico. Los vecinos mayores se
moriyan de risa y solo se haciyan pa´ un lau, tapándose la cara pa´no ser
embestidos y´así llevar la corriente p´al desarrollo de la serenata.
¡Teniya que
se aurita! Aprovechando una nueva embestida de aquel “toro”
hecho con cañas y bengalas de colores iba a pasar por el lado de aquellas
lindas primas, quienes seguiyan corretiando cerca a su grupo de parientes y
justo cuando se acercaba aquel mostro de fuego, echando chispas por doquier,
cruzaron la calle en su afán de refugiarse detrás nuestro y nosotros adivinamos
su jugada y abrimos nuestros ponchos pa´poderlas defender de esos cachos asesinos.
Mas cuando mi
Lindaura estuvo bajo mi ponchito, supuestamente temblando de miedo, se chipó
con tuita su alma de mi cuerpo y solo me quedó abrazarla y despacito, decirle
al oído:
-¡Estáis más
linda que nunca!
Y le di un suave
beso en la mejilla, pero sentí que en ello se me iba toda el alma y una
felicidad guardada por mucho tiempo pudo completarse. Pasado un instante, ella,
sacó sus bracitos y las tenues luces despedidas por los fuegos artificiales de
aquel único castillo, pudieron hacerla destacar intensamente coloradita. Antes
de retirarse, abrió una gran sonrisa que me dejó mudo y parau común poste. Solo
pude ver su linda sonrisa y solo atiné a decir:
-¡Me miráis y
te reguís!
-¡Zonzo!
Y el amor de
mi vida iba allí volando entre las alas de su ponchito, alejándose con
dirección a los suyos… Y una gran duda no me dejó dormir, acostado en mi
querido catre que pareciba llorar de felicidá con cada güelta que me daba.
DICCIONARIO:
Apoyado en el Diccionario de Arequipeñismos de Juan Gmo. Carpio Muñoz
Bordo:
por borde
Canchalada:
quema de kapo
Caucachos:
zapatos
Chipau:
colgado, abrazado
Huacacara:
bosta
Huaspiar:
mirar de reojo, atisbar
Kepiñada:
un montón
Lajlar:
hablar, comentar
Racay:
casa humilde
Reguís:
por reís
Remangaus:
remangados
Tacpiando:
caminando con dificultad
Trejo(a):
sabido, avispado, hábil
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