Aquel tipo, realmente desesperado ya no sabía qué hacer; puesto que todas sus hipótesis planteadas con mucha seriedad y sumamente meditadas, le estaban carcomiendo hasta los más recónditos intersticios de su aguantada virilidad, dadas las nulas satisfacciones conseguidas, después de haber aplicado con mucha discreción y empeño todas las posibles soluciones planteadas y que iban desde la A hasta la Z; esto incluía algunas letras primas, en su ordenada clasificación.
Para mayor conocimiento del asunto, digo, de
las posibles soluciones escogidas, estas habían sido cuidadosamente puestas en
práctica y en estricto rigor lógico, pues se trataba de un sujeto metido de
cabeza en la ciencia y los rigurosos cánones aplicados en todos los aspectos de
su vida; mucho más en aquellos tan propios y naturales como eran los
relacionados con sus instintos primarios relacionados con la conservación de su
hombría celosamente guardada bajo siete llaves. Sin embargo, urgido por sus
inquietas neuronas que lo hicieron iniciar sus primeros intentos liberadores,
tan sólo llegó a salir de su covacha donde anteriormente pasaba recluido día y
noche. Sin embargo, en la próxima, intentaría contemplar -en vivo y en directo-
las bondades del otro sexo vistas y sabidas de memoria, pero tan sólo en sus repasadas
ilustraciones de sexología.
Ahora, ya en plena calle, podía comprobarlo a
pleno gusto (solo con la vista), y las despampanantes impresiones recibidas
rompían todas sus expectativas, poniéndolo como un hambriento macho alfa oteando
locamente por conseguir pareja. Luego, en la tercera, siguió con los intentos
de acercarse un poco más y así tocar aquellos impresionantes cachetes que se constituyeron
en las partes más saltantes que lo pusieron en Re Mayor, apenas las tuvo a
mano.
De allí pasaría, aclaro, sólo por una necesidad
fisiológica inaguantable, estar cachete con cachete con una sensual y fugaz
conquista que lo dejó totalmente conmovido hasta el Coxis, totalmente aguja,
pero y con la miel en los labios y a punto de cometer un desatino monumental, con
tal de obtener un hembrón a como dé lugar; pero el efímero tiempo fue su mejor
y su peor remedio; pues resultó el acabose de sus profundas meditaciones
filosóficas, sus grandes convicciones morales y a un paso de quedar mal parado
frente a cualquier material que se le presentase en el acto por falta de
práctica.
Finalmente, y no pudiendo aguantarse ni un
segundo más, cerró la covacha definitivamente y, decidido, salió, rifle en mano,
a conseguir aquel ansiado ejemplar femenino que pudiese satisfacer, aunque sea
por un instante sus necesidades, que en esos aciagos momentos lo empujaban a
chapar cualquier cosa (en el buen sentido de la palabra). Y se mandó al centro
de la ciudad siendo la medianoche, pues sabía que resultaría la mejor ocasión
para coger una damita de compañía. Efectivamente, a esas horas las calles del
centro estaban en pleno desfile nocturno los buenos materiales, cada cual
mostrando lo mejor de sus imponentes cachetes expuestos al aire libre y a gusto
del mejor postor.
-¿Hola Guapo, Qué estás buscando? ¿Necesitas
una buena compañía? Aquí tienes lo mejor de lo mejor…a un precio cómodo y… si
me invitas un par de tragos, hasta puede ser gratis este lindo encuentro… ¡Vamos?
-Hola, linda…¿No tienes frío? Estás con el 70%
del pellejo al aire y…
-Como verás…por el contrario…estoy con una
fiebre maldita…Te puedo dar mucho calor y muchas satisfacciones…Solo es
cuestión de ponernos de acuerdo y…
Volvió a escanear, de arriba abajo, la
espléndida presa presentada en forma tan insinuante y convincente en su floro y
sus movimientos diestramente sensuales, que hasta parecía ser un lote del tipo A-1
tan ponderado que sin medir más diálogo, se fueron a un hostal.
Si bien
el matadero estaba perfectamente impecable y el perfumado ambiente invitaba a
una reunión muy íntima y prometedora…esa tenue luz rojiza despertaba maliciosas
sospechas. Los escarceos iniciales no sólo les permitieron gozar de las
bondades mutuas, donde destacaban las fuertes caricias, la fogosidad de sus
besos; pero esa impresionante conquista, no le permitió tomar por asalto las
partes inferiores que tanto lo convencieron; sin embargo, esto no fue
impedimento para que suban los ardores corporales como un volcán a punto de
reventar. Mas un extraño bulto aparecía de tanto en tanto hasta que la sensual
pareja le dijo: ¡Cambiemos!
-Wa chuchey yu? ¡No te entiendo! ¿Cómo dices?
-Cambiemos de lugar y…!date la vuelta!
¡Plop!
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