lunes, 31 de julio de 2023

HUACCHITO

 Tan solo había transcurrido tres días y otra vez en la oscura noche, plagada de aquellos desgarradores lamentos volvían arrastrándose lastimeramente desde aquel improvisado cuartito que se le había asignado detrás del depósito de los restos de paja, huacacara y raíces secas de alfalfa para mantener la cocina; una vez que aquel triste y extraño magtita, traído con engaños desde los rincones de su amada sierra, aceptara quedarse a regañadientes en una casa que no era la suya.

Habiya llegáu con su tata dende una lejana comunidá de Huambo que se perdiya allí entre las alturas de la helada Puna y las cordilleras cubiertas de purita ñeve. Estaba tieso y metiu en su ternito hecho de jerga y d´iaseguro estaba llenito de piojos. Catiaba tuito lo qu´iabiya dejunto a esas extrañas caras que lo miraban detenidamente como si juera algo veniu del otro mundo. Pronto se rascaba con juerza tantito su torocma como su cogote; se metiya ambas manos dentro su cuerpo hasta terminar por rascarse apurau d´iadebajo de su pantalón.

-¡Oíteee…Froilán!

-Decímeee mamitayyy…

-Decile a tu wawa que se quite la ropa… Creyó q´uestá llenito de piojos…

-Si l´ué bañau…antes de subirlo a la mula…

-Pero no l´ias cambiau la ropa… Debe estar chipadita de chinches, itas…y´otros animalitos…

Escuchó la orden de su padre. Lo miró asustado y no sabía qué hacer; quería obedecerle, pero… Cómo cambiarse delante de tanta gente… Se encogió de hombros, bajó la vista y estaba temblando…

-¿Ande cambiarlo a mi wawa, madrinita, Teresa?

Pero él se miraba de arriba abajo; aunque todavía seguía tiritando porque la Justina lo había metido cabeza y todo en la acequia de atrás, para, luego, colocarle mi ropa usada pero limpia. Sin embargo, seguía revisando cada prenda de su cuerpo, cada costura, cada bolsillo, en su afán de poder entender qué estaba pasando…Pero, a la vez, seguía pensando en su extrañada madre; en sus lindos animalitos; su fiel peludo Yana que ahora estaba muy lejos y “D´iaseguro, también estariya aullando tuitas las noches por su partida inesperada”. “esperame, Yanitooo…pronto estaré por allí nuevamente…porque a la primera, ¡m´escapo! Y unas lágrimas sin quererlo, empezaban a rodar incontenibles por su rostro chaposo.

-¿Iman pasayqui, hijo? Aquí tener todo…Mi madrina Teresa ser como mi madre…Ella cuidarte…No faltarte nada…Yo, venir pronto…Tú ser machito…

-¡No, tayta; no querer quedarme…!Solo, solitooo nooo…!

Y pronto rompió a llorar desesperadamente gritando su dolor entre babas y mocos. Ahora, sus incontenibles sollozos partían el alma. Vimos cómo, instintivamente, alzó su delgado brazo y con el dorso trató de esconder sus amargas desventuras. De pronto, una mano cariñosa se aproximó, lo tomó de un hombro con mucha paciencia y se lo llevó adentro, hacia los corrales; tal vez con la presencia de los animales se sentiría mucho mejor. Efectivamente, un aire parecido a sus aires volvía a olerlos y eso le permitió sentirse como en su casa.

Mas cuando, al rato, regresó a la cocina de la picantería se llevó la sorpresa de su vida: su tayta había desaparecido:

-¿Mi tayta…dónde mi taytaaa? Preguntaba a todos los rincones.

-¡Ha ido a comprarte ropa nueva! Nueva camisaaa…nuevo pantalón…ropa interior…sombrero…

-¡Nooo…¿mi tayta?

Y esa mano compadecida, otra vez, se lo llevó de ambos hombros, entre fuertes lamentos.

A la mañana siguiente, lo llevé a la mesa para el desayuno. Lo senté a mi lado y le sirvieron otro jarro de leche calientita con sus panes de tres puntas. Miraba lo que hacíamos para repetirlo y luego lo llevé casi de la mano al patio para que juguemos a tincar las bolas o los friles que le llamaron mucha su atención; sobre todo, los nombres de cada presentación: bayos, afrijolados, motiados, vaquitas, chejches y cuantos pudimos encontrar en mis bolsillos preparados para poderle enseñar. También le enseñé a pegar los tirallos o pegachas que nos servirían de disparadores. El Genaro era muy inteligente y aprendía con facilidad y no había que repetirle. Así, entre juego y juego, pasamos toda la mañana y muchas otras mañanas, mientras me ayudaba a realizar algunas tareas de apoyo a la mamitay de mi mamitay, porque tuito el santo diya se la pasaba cocinando y preparando los distintos chupes para los almuerzos, los jayaris y los americanos de todos los diyas.

Tuito iba de lo más mejor hasta que… No puedo olvidarme. Era marzo y ese diya amaneció muy nublau; pareciba que las nubes habiyan estau muy cargadas y casi besaban el suelo. La camanchaca tapaba tuita la vista y´un friyo helau te destemplaba hasta los dientes. El negosho de nuestra casa pareciba ser igualito a cualquier otro diya, pero…

Seriya las cuatro de la tarde y seguiya tuito nublau el ambiente. No pude sentir las cuatro campanadas de la Catedral pero ya veniya la gente a pedir sus americanos, qu´eran servius en grandes chugas de barro; cada uno con su respectivo vaso de chicha de maiz negro. Redepente, una figura estraña se pará en medio de la puerta y´estaba caragau con una vigüela y su larga quena.

-¡Güenas tardes, mamitay! ¿Puedo dentrar? Les puedo hacer un tantito de música…a cambio de un platito de comida…!lo que seya, mamitay! Que nisiquiera he tomau desayuno…

-¡Pasá, pasá, hijo…! Qu´iaquí nuca faltará un güen plato de comida…y si tuaviya nos vais a legrar la vida… No se diga más… y sentatéee; qu´iay te mando un güen bebe de chicha y tu platito de mote d´iabas pa´que vayáis acomodando las tripas…

-¡Muchas Gracias, mamitay! Ya sabiya que vos sois así de güena… ¡Dios te bendiga, mamitay!

-¡Dejatéee de lajlar tanto y´empezá a rasgar t´uistrumento…!

No bien había empezado a tocar un triste lamento arrancau dende su quena cuando el Genaro, luego, luego, asomó su cuerpo entero junto a la mesa ande s´iabiya colocau ese estraño tocador y como nunca su rostro se fue cambeyando cada vez más triste conforme avanzaba la tonada y no pudo más:

-¡Mamitay Teresa, aura sí que ya no aguanto…!Mañana mismo m´escapo!

Y rompió a llorar desconsoladamente con babas y mocos, mientras los quejidos salidos de la quena seguiyan conmoviendo a tuitos los asistentes entristecidos al punto de limpiarse tamién disimuladamente aquellas lágrimas que asomaban, furtivamente, sin quererlo.

AREQUIPEÑISMOS: basado en el Diccionario de Arequipeñismos de Juan Gmo. Carpio Muñoz

Americano: plato típico de Arequipa, servido con diversos potajes

Bebe: vaso inicial de chicha

Catiar: atisbar

Chipadita: cubierta, llena

Chuga: plato hecho de barro

Friles: frejoles, porotos o frijoles

Huacacara: bosta, estiercol del ganado; generalmente del vacuno

Huaccho: dim. huacchito, solo, solitario; huérfano; huerfanito

Jayari: entremés o comida entre el almuerzo y los picantes

Lajlar: hablar, comentar

Magtita o magtitay: muchacho, joven

Ñeve: por nieve

Pegacha: dos frijoles o porotos grandes pegados

Tirallo: pegacha que hacía las veces de disparador

Torocma: cabeza

 

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario