domingo, 22 de octubre de 2017

HERMANOS... !AL HOMBRO!


Despegaban ansiosamente mis inaguantables años 15, sacudiendo salvajemente mis hormonas haciéndome jugar incontenibles encuentros en canchas locales. Sin lugar a dudas, por la presencia de mi súper extra potable prima “La Pierina Maldita”; quien, hacía tres años atrás, ya me había mostrado sus cualidades precoces de knockout instantáneo. Lo recuerdo, como si fuera ayer, pues ella decidió enseñarme jugar las escondidas -pero a solas-; luego, apenas encontramos un rinconcito, me pegó un volcánico chape con ajuste de piernas y quedé, al instante, petrificado –parte centro-meridional- por dos horas. Tuvieron que ponerme en baño maría con agua hirviendo, porque seguía tan duro como un taladro de acero: sin habla, sin razón y sin ninguna parte blanda… hasta que por fin lograron recuperarme con solo emitir su nombre; pero, a cambio, ese estado catatónico, me dejó quemaduras de segundo grado en todo el puerco, más así lograron entibiarme… un poquito.
Su inmortal ventosa y su infinito alicate de sus piernas siguieron cogiendo mis entrañas por muchos años y… tiempo después, creí que se me habían perdido por completo en el basto horizonte de mis potables materiales conquistados. Terminé la secundaria en forma “normal”; es decir, coleccionando faldas a diestra y siniestra… sin encontrar otro material semejante. Bueno, ya en la universidad, estaba con una hembrita cool y fresh. Nada del otro mundo: cumplidora a carta cabal, alegre, jovial y práctica al extremo. Un día de tantos conversando sobre nuestros ex, vino a la conversación las incomparables piernas de mi prima “La Pierina Maldita” -mi primer amor- guardado platónicamente y tuve la feliz idea de recalcar su nombre: Pierina del Potro y, al toque, la flaca me dijo:
-Panchito, oye, choche, yo he conocido una linda chica con ese mismo nombre… acaba de llegar de las Europas… es estudiante de psicología… Creo que viene de…
-¡No digas, Anny! ¡No creo que sea ella… porque… creo que se fue a la Pontificia… de Lima.
-¡Pero, si quieres, te doy su Cel…! De repente…
Y se me vino de nuevo la vida. Habíamos cambiado mucho físicamente: ella estaba incomparablemente sexi y mi pecho, todavía guardaba ese enamoramiento adolescencial de siempre y volvimos a ser ardientemente felices por muchas lunas. Nos pertenecíamos desde el inicio hasta por siempre. Probamos todo y de todo. Mas el diablo sopla… la mujer es estopa y no quería quedarme cantando solo una copla:
-¿Y por qué no nos vamos hasta lo infinito? Hasta el fondo del goce máximo…hasta donde nos encontremos otra vez y for ever… ¡hasta el clímax de la sensualidad!
-Oky Doky, pero, ojo, ojito, que ya conoces mi velocidad y mi potencia… solo la he usado a media máquina; digo esto, porque… ya te habrás imaginado que toda ella proviene de mis hermosas y poderosas piernas…
-¡No hay problem! Pa´eso tienes aquí tu machote… además… tanto en las posturas de pie, de rodillas, echados; ya sea en la cucharita, el perrito, el vaquero; hasta el capirucho, la carretilla o en el helicóptero… nunca hubo problem… ¡-Amo pa´lante!
-¡Solo que nunca has querido ponértelas al hombro! ¿O nooo?
-¡Naranjas! Si quieres, te lo demuestro ahora mismo en una pelea de cinco rounds…
Hoy, hecho un costal de huesos, voy tratando de recobrar mi postura erguida, recta y de porte distinguido, permanezco más doblado que un signo de interrogación, besándome el ombligo con carácter de obligatorio y los huesos de ambos hombros están bailando entre las costillas. El traumatólogo se enteró de mi recuperación anterior y quiere ponerme en baño maría pero a 40° hasta lograr estirarme siquiera 10 cm; además, no solo se me viene una osteoporosis fulminante acompañada con un lumbago grado 11° que, de solo pensarlo, se me vienen postrando mis extremidades como si fuera el Señor de los Subterráneos… Nooo, y lo peor es que, el domingo pasado, de solo volverte a divisar las poderosas, todas mis ganas, regresaron de golpe y… ¡Ni te imaginas!... en un esfuerzo sobrehumano, te pude apreciar en toda tu potable magnitud, cuando te ibas, maldita, y no aguanté más: salté disparado como un resorte y traté de estirarme de golpe… Cuatro vértebras sacras han volado y las rótulas, no solo están hechas polvo, sino… están desaparecidas. Ahora estoy cuadripléjico, en silla de ruedas y casi en estado vegetal… pero no pierdo las esperanzas de volverte a conquistar… pues estoy seguro de convertirme en otro Stephen Hawking.



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