Despegaban ansiosamente mis
inaguantables años 15, sacudiendo salvajemente mis hormonas haciéndome jugar
incontenibles encuentros en canchas locales. Sin lugar a dudas, por la
presencia de mi súper extra potable prima “La Pierina Maldita”; quien, hacía tres años atrás, ya me había mostrado sus cualidades precoces de knockout instantáneo.
Lo recuerdo, como si fuera ayer, pues ella decidió enseñarme jugar las
escondidas -pero a solas-; luego, apenas encontramos un rinconcito, me pegó un
volcánico chape con ajuste de piernas y quedé, al instante, petrificado –parte
centro-meridional- por dos horas. Tuvieron que ponerme en baño maría con agua
hirviendo, porque seguía tan duro como un taladro de acero: sin habla, sin
razón y sin ninguna parte blanda… hasta que por fin lograron recuperarme con
solo emitir su nombre; pero, a cambio, ese estado catatónico, me dejó quemaduras
de segundo grado en todo el puerco, más así lograron entibiarme… un poquito.
Su inmortal ventosa y su infinito
alicate de sus piernas siguieron cogiendo mis entrañas por muchos años y… tiempo
después, creí que se me habían perdido por completo en el basto horizonte de
mis potables materiales conquistados. Terminé la secundaria en forma “normal”;
es decir, coleccionando faldas a diestra y siniestra… sin encontrar otro
material semejante. Bueno, ya en la universidad, estaba con una hembrita cool y
fresh. Nada del otro mundo: cumplidora a carta cabal, alegre, jovial y práctica
al extremo. Un día de tantos conversando sobre nuestros ex, vino a la
conversación las incomparables piernas de mi prima “La Pierina Maldita” -mi
primer amor- guardado platónicamente y tuve la feliz idea de recalcar su
nombre: Pierina del Potro y, al toque, la flaca me dijo:
-Panchito, oye, choche, yo he
conocido una linda chica con ese mismo nombre… acaba de llegar de las Europas…
es estudiante de psicología… Creo que viene de…
-¡No digas, Anny! ¡No creo que
sea ella… porque… creo que se fue a la Pontificia… de Lima.
-¡Pero, si quieres, te doy su
Cel…! De repente…
Y se me vino de nuevo la vida.
Habíamos cambiado mucho físicamente: ella estaba incomparablemente sexi y mi
pecho, todavía guardaba ese enamoramiento adolescencial de siempre y volvimos a
ser ardientemente felices por muchas lunas. Nos pertenecíamos desde el inicio
hasta por siempre. Probamos todo y de todo. Mas el diablo sopla… la mujer es
estopa y no quería quedarme cantando solo una copla:
-¿Y por qué no nos vamos hasta lo
infinito? Hasta el fondo del goce máximo…hasta donde nos encontremos otra vez y
for ever… ¡hasta el clímax de la sensualidad!
-Oky Doky, pero, ojo, ojito, que
ya conoces mi velocidad y mi potencia… solo la he usado a media máquina; digo
esto, porque… ya te habrás imaginado que toda ella proviene de mis hermosas y poderosas
piernas…
-¡No hay problem! Pa´eso tienes
aquí tu machote… además… tanto en las posturas de pie, de rodillas, echados; ya
sea en la cucharita, el perrito, el vaquero; hasta el capirucho, la carretilla
o en el helicóptero… nunca hubo problem… ¡-Amo pa´lante!
-¡Solo que nunca has querido
ponértelas al hombro! ¿O nooo?
-¡Naranjas! Si quieres, te lo
demuestro ahora mismo en una pelea de cinco rounds…
Hoy, hecho un costal de huesos, voy
tratando de recobrar mi postura erguida, recta y de porte distinguido,
permanezco más doblado que un signo de interrogación, besándome el ombligo con
carácter de obligatorio y los huesos de ambos hombros están bailando entre las
costillas. El traumatólogo se enteró de mi recuperación anterior y quiere
ponerme en baño maría pero a 40° hasta lograr estirarme siquiera 10 cm; además,
no solo se me viene una osteoporosis fulminante acompañada con un lumbago grado
11° que, de solo pensarlo, se me vienen postrando mis extremidades como si
fuera el Señor de los Subterráneos… Nooo, y lo peor es que, el domingo pasado,
de solo volverte a divisar las poderosas, todas mis ganas, regresaron de golpe
y… ¡Ni te imaginas!... en un esfuerzo sobrehumano, te pude apreciar en toda tu
potable magnitud, cuando te ibas, maldita, y no aguanté más: salté disparado como
un resorte y traté de estirarme de golpe… Cuatro vértebras sacras han volado y
las rótulas, no solo están hechas polvo, sino… están desaparecidas. Ahora estoy
cuadripléjico, en silla de ruedas y casi en estado vegetal… pero no pierdo las
esperanzas de volverte a conquistar… pues estoy seguro de convertirme en otro
Stephen Hawking.
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