Era una terrible noche donde llovía a cántaros
como nunca, pues parecía que el cielo entero nos caía encima, abandonándonos más y más en medio de la
nada; sumiéndonos en una oscuridad absoluta; todo lo cual nos hizo perder
completamente el sentido de orientación y pronto nuestra azuzada desesperación
empezó a repetir mil y una alucinaciones que nos refundía más y más; ahora,
metidos en estos trágicos laberintos repletos de maleza y no encontramos otra
cosa más en el momento que guarecernos en la primera entrada que surgiera ante
nuestras manos, después de estar trajinado a tientas por largos trechos; tropezando
incesantemente y llevándonos irremediablemente a una especie de puerta astillada
y entreabierta que de alguna forma invitaba a guarecernos, mientras pasaba esa desatada
tormenta que aumentaba nuestro pavor causado por este escondido sitio tétrico,
invisible y por demás silencioso.
-fredie… ¿Penetramos? ¿No nos estaremos
exponiendo demasiado? Mira, que no hay ni una miserable gota de luz y no
sabemos cuántas cosas nos puede seguir cayendo…
-¿Peor que este diluvio? ¡No lo creo…! Estamos
chorreando…hasta de las uñas y por cilindros; más, entremos a ver si logramos un
sitio para secarnos un poquito…
-Secarnos y…poder echarnos un sueñito
porque…creo que hace como diez horas que seguimos perdidos, divagando por los
espeluznantes senderos de este infierno…y me muero de cansancio…
Entonces, hice una fugaz reseña de toda esta
aventura improvisada y con la sana intención de completar una tercera salida
para llegar a aquella fase tan comentada y esperada; pero las extrañas
circunstancias tenidas, como abandonar imprevistamente nuestro carro y sin un
atisbo de solución que solo nos permitió sacar nuestras mochilas, colocarnos unos
guantes de cuero y ponernos los sombreros del tipo camuflaje. Sin embargo, muy
en el fondo, creo que, a la par del diluvio, creció aquel erótico bicho por
llegar a tercera base y completar la conquista de mi animada saliente.
También, todavía permanecía en mi mente aquella
su esbelta figura juvenil bien contorneada, con un par de…
-¿Te queda algo de batería?
-Haremos el intento de encender la linterna del
celu y…!Zaz!
Aquel breve destello nos iluminó el sitio, así
como toda nuestra cercana exposición que quedó iluminada. Pude ver su rostro y
seguía con un interminable gesto de seriedad. -Seguro es por esta travesía
infernal -me dije-
Nos acomodamos en un rincón para buscar algo de
calor humano, buscando arrejuntarnos cuanto antes y pronto nos sumimos en un mutismo
total. Mientras tanto, en mi mente bullía aquella su expresión iluminada
fugazmente y no podía explicarme el porqué.
-¿Qué haces? -Me pregunto a boca de jarro-
-¡Nada! Estoy tratando de tener un poco de
calor para secarnos algo... toda esta ropa mojada…
-Creo que primero debemos fijarnos dónde
estamos, porque siento un poco de calor y podríamos…
-Ahora, tú haz la prueba… con tu celu…Trata de
encender su linternita…A ver…
Y otra vez, aquel fugaz destello nos alumbró el
sitio donde estábamos acurrucados y también descubrió nuestros rostros. Con una
diferencia. Ahora su expresión había cambiado un tanto, pues pude notar que
quiso sacar una leve sonrisa y dejó entrever una sutil blancura dental…Pero,
también destapó una malformación dental que siempre la había sabido esconder
con mucha sagacidad. Ahora pude notar que poseía unos caninos tan desarrollados
que le daban un aspecto nada angelical; por el contrario, podría ocasionar una
impensada amenaza y al toque, me vino una estampa de aquella película de Drákula,
donde ahora esta Drakulona estaba a mi lado y peor, que pasaríamos toda esa
noche embrujada; aunque en mi estúpida defensa pensaba que no pasaría nada de
nada porque mi hemoglobina estaba recontra baja, digamos, tirada por el suelo.
La verdad, no pude dormir toda esa maldita
noche y parte de la madrugada porque la escasa luz solar no penetraba sino a
medio día. Solo recordaba que una vez que quise coger (el sueño), sentados en
cuclillas, ella trató de apoyarse en mi cuello y ya sentía su aguda respiración
en mi rostro y al comienzo, también quise corresponder a ese cariñoso gesto y
también puse de mi parte hasta que…volvió aquella escena donde la protagonista,
empeñada en chupar toda la sangre de su pareja, abrió sus afiladas fauces para
dar el golpe mortal y desperté sobresaltado.
Tan solo sucedía en mi imaginación, pero el
repentino susto permanecía sacudiendo mis helados mulos y temblaba todo. E
inmediatamente recordé que guardaba una cabeza de frescos ajos en una bolsita
de papel, por siaca, -me dije- Sin pensar siquiera cuan útil iba a resultar en
este viaje. Tomé, solapa, un parcito de grandes dientes escogidos con mucho temor,
temblando, me los metí a la boca y empecé a masticarlos -por siaca- otra vez,
me dije- tiritando hasta lo más profundo.
Al poco rato, vi que este remedio popular
contra vampiros resultaba sumamente eficaz, pues casi al instante, mi bella
genio retiró violentamente su carita de mi hombro…Inclusive creo que se tomó su
naricita con dos dedos y sentí un violento retiro, gateando lo más lejos
posible…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario