lunes, 8 de enero de 2024

!QUÉ RABIA DE MIÉRCOLES!

 Estaba claro que en plena madrugada apenas podía aguantar aquel grave estado de resaca in situ, pudiendo comprobarlo al toque, pues vagaba solitario y me temblaba hasta las hileras de las tillas; entonces, por completa unanimidad neuronal (mis únicas dos), tomaron a la prepo su gigantesco plató donde bailaban y hacían lo que les daba en gana dentro de aquella inmensidad de mi cavidad craneal; y  para darle un toque más personal, unos repentinos ecos colaterales rebotaban, cual tambores de guerra sacudiendo, mismo terremoto, mi tembloroso puerco. Entonces, pude reparar que dicho estado paroxístico no era causado por efectos de la tranca asesina que me había pegado durante los últimos tres días y que por demostrables motivos de necesidad existencial los declaré feriados. Pero al fin y al cabo, había amanecido todo yo hecho un trapo de picantería recontra chorreado y acezando como un fuelle sobrecargado y con una incesante sed caballuna que de solo acercarme abruptamente al pilón o grifo más cercano, este, seguramente aterrado por mi estado espantoso, me lanzó una serie de manoletinas en grado espectacular, haciéndome el quite y yéndome derechito a los veinte lavatorios que aparecían frente a mí full restos de comida, copas amontonadas, vasos vacíos y muchas botellas arrumadas sin ton ni son; y, después de media hora, seguían moviéndose en mi mente todos esos desastres vidriosos acumulados por varios días.

Mi primera reacción (todavía nublado), fue querer despertar a plenitud de aquel marasmo tembloroso donde las cosas todavía bailaban frenéticamente y no hallaba la forma de coger algo entre mis manos y, a la vez, me permitiese sostenerme firme sobre mis extremidades que seguían completamente agitadas. Aparte de ello, aquella mi usual miranda clara y sutil estaba un tanto alejada…como a dos cuadras de un alcance efectivo, por más que trataba de ubicar el foco o de enfocar un determinado objeto; y ahora parecía un topo, pues mi borrosa visión sólo permitía darme tropezones a diestra y siniestra.

Bueno, aparte de estas nimiedades, obviamente, no solo me daba de golpes cada vez que quería acercarme al agüita para calmar mis ansias del líquido elemento, pues ya sabía que ello constituía toda una faena en tarde de toros y con corte de rabo; pues, aparte de haber logrado varios chichones y de haber conseguido una Cordillera de los Andes en ambos brazos; ahora, por fin me agarraba del lavabo que parecía hecho de puro acero inoxidable a prueba de bestias descontroladas; que solo me permitió levantar la mitra, abrir los oclayos y pegar una requintada de padre y señor mío, la que necesitaría de muchas sangrientas penitencias para lograr un tantito de indulgencia. Pero el atávico reflejo del huida no contaba ni tiempo, ni espacio y la continua cólera se transformaba en ira…cundo comportamiento.

Sin embargo, todo esto que parecía pasajero y que solo requería de algún tiempo para restañar heridas y sobreponerse estoicamente a las continuas resacas, en un momento determinado, pasó a convertirse en algo preocupante; porque aparte de la maldita sed, el temblor incesante y la visión borrosa; ahora, tenía un dolor de cabeza en todo el puerco y esto que no era macrocéfalo como un gato; pero la potomanía iba en aumento incontrolado; Aclaro, por siaca, que se denomina potomanía a la excesiva necesidad de ingerir líquidos, y no a la figura que te despertó esa mente tan coch…a que te mandas como estímulo… Además pude reparar que había incremento de la dipsomanía; mientras tanto, se daba un cambio bastante notable en el carácter, tanto así que no podía ni verme al espejo que me causaba una rabia maldita y al toque quería correr al baño para desahogarme. Quise echarme en cama pero, de pronto, una fiebre incontenible me hacía sudar a chorros y casi estaba como un bebé recién bañadito. Esa y otras noches no pude cerrar las persianas y coger al sueño. Ahora me veía en pleno desierto conduciendo una fila de camellos que no me hacía caso y me imaginaba que estos jorobados eran producto de un singular cruce con mulas tucumanas y me quedaba días de días en pleno desierto.

De cuando en cuando aparecía una bailarina árabe debajo de un paradisíaco oasis, pero apenas me aproximaba al pozo, este se secaba y tenía que volver al desierto para tratar de hacer andar a las mulas, digo, a los dromedarios, pues en la larga espera les había crecido dos jorobas; en cambio, me entraba unas ganas incontenibles de mandar todo  la mismísima parte de Sevilla donde se van todos los hijos de la guayaba que no nos caen o no nos responden como Dios manda (o sea como nos gustaría).

A las pocas semanas de estar viviendo y conviviendo con estos delirium tremens, esta tembladera  existencial, además de permanecer con el diablo y sus hijitos metidos en la cabeza con el solo propósito de crear alucinaciones y de seguir viendo bellísimas odaliscas venidas de todo el Oriente en paños sub menores y velos diminutos de gasa para no dejar nada a la imaginación, empecé a preocuparme de “adeveras” y tuve necesidad de acudir a la posta más cercana porque estaba hecho un califa en jodas, sin so dineros, sin so ganadus, sin so barba, sin so vestido ni so torbantes; es dicir, nada de nadas y esto era, sin lugar a dudas un castigo del piadoso y justo  Aláh, tan solo por el hecho de mandarme algunas encerronas a puro Cañazo, Chuchuhuasi y Saltapatrás, cada semanita.

-Oiga…tengo que darle una mala noticia…

-¿Cuál es, doctor?

-Lo suyo no es potomanía ni dipsomanía… ¡Es algo más serio! Y mucho más costoso…

-¡No se preocupe, doc…para eso están los choches…

-¡Quien debe preocuparse es usted! Es cuestión de vida o muerte…

-¿Tanto así de malo?

-Sus exámenes lo comprueban… Si bien no es Parkinson ni Alzheimer…

-¿´Tonce?

-¿Teme acercarse al agua?

-¡No! Solo cuando voy a bañarme…

-Ese es un síntoma ineludible…Últimamente… ¿Ha ido al campo? ¿Le ha mordido alguna alimaña? ¿O un perro?

-¿Tengo salvación… cuánto me va a costar?

-¡Un huevo de plata!

-¡Ta´qué rabia! Y yoni, misión imposible!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario