Nos habíyamos reguniu en el recreyo d´esa mañana en el segundo patio de l´escuelita, tal como habíyamos quedau la koriada qu´estiaño teniya que chiparse a la tira de cantores qu´ibamos adorar tuitos los nascimientos del barrio.
D´iaseguro que contábamos los diyas pa´que s´iacaben
las clases, se proceda a la clausura de las labores escolares con la entrega de
libretas y aquellos díplomas que correspondiyan a los alunos más destacaus. Ya
pesar de tener unos días nublaus y más friolentos por las tardes, el solo hecho
de verlas venir las esperadas vacaciones y de tener a la güelta de l´esquina
l´esperada Navidá yel nuevo año, dispertaba en tuitos nosotros, los más koros,
unas ansias inaguantables de salir de nuestras casas tuito el santo diya y mandarnos
unos partidos interminables de pelota hasta que los juertes chiflidos de los
tatas o de los hermanos mayores marcasen el desbande total de tuitos los
peloteros.
Pablo Moscoso, El Mocotecte, e´rel más mayor de
la tira y tuaviya paraba soncando los mocos. Se limpió la nariz con el dorso
del brazo que atesoraba la pelota de trapo; nos catió de reojo y nos dijo:
-Maver…pasemos lista…Aquí está el Cuche
Calderón, el Diablo Pintau del Ángelo, el Peneka, el Koko drilo, la Pantera, el
Cuycito pintau, el Sapo Paderes y…¿and´está el Loco Cantarillas? D´iaseguro
s´iescapau otra vez a la chacra de sus tatas pa´yudar en la escarba de las
papas…Güeno, güeno…tú, Cuche, le pasáis la voz.
Y como si juese una orden veniu dende las
alturas, estaba por encima de cualquier otra veniu d´iande seya, teniyamos que parar bien las orejas porque d´eso
dependiya la práctica de los cantos, cómo nos presentariyamos y´asta quién
seríya el encargau de pedir los caramelos, las mazamorras o las propinas que
sabiyamos recibir en muchas casas.
-¿Ande vamos ensayar las canshones p´al Niñito?
-¡No, No, primero…¿ande vamos ensayar?
-No, no, ¿A qu´iora vamos a juntarnos… en la
tarde o por las noches?
-¡Ya tengo tuito preparau! E´nel tercer patio
del tambo, porque casi tuitos nosotros vivimos allí. A las cinco, hay qu´estar
atentos a las cinco campanadas de la Catedral y luego, luego, tuitos en el
tercer patio… que gua llevar unas torrejitas de verdura que me sacau de la
picanteriya…!Aquí les he trajiu una pa´cada uno…pa´que se lamban los dedos…Ya
saben qu´iay otra más esta noche…! No falten…nadiesss!
-¿Y las cachas?
-¡Ahhh…sí…m´iolvidaba lo principal! Sí,
peee…nuestra cachas. Esta noche l´esenseño armar una güena cacha. Consigan una
güena horqueta…una que caba justita en su mano…un par de jebes y´un pedacito de
cuero p´acer las chapas…!No s´iapriocupen q´uesta mismita noche les armo sus
cachas.
Y es que, desde siempre, no solo existía una
tira de adoradores en nuestro barrio, sino, que cada año, justo en l´epoca de
Navidá apareciban nuevas tiras o colleras que se disputaban los regalos que
repartiyan los dueños de casa ande acudiya un grupo d´iadoradores o pequeños
cantores que alegraban los gigantescos nacimientos que muchas veces ocupaban
una serie de gradas o escaleras cubiertas de ricos manteles llenos de
animalitos pastiando en sus chacras y d´estampas campesinas ocupando una sala
entera. N´uabiya límite alguno pa´adorar y muchas veces se teniya qu´estar
preparau pa´defender aquellas cuadras o manzanas que supuestamente nos
correspondiya por estar muy cerquita a nuestras casas. Tan solo bastaba un
cruce de bandas y de inmediato se desataba una guerra a cachazos; es decir, cada
arma se cargaba con pepinos o papas verdes que eran utilizadas como balas; si
bien no mataban, en cambio, eran heridas mortales en el orgullo de cada
ferviente defensor de su territorio imaginario.
Es así que después de haber ensayado aquellas
coplas tan propias de la sagrada noche del 24 y tuitas las siguientes, hasta el
seis de enero, qu´era la Bajada de Reyes, cada grupo se presentaba frente a la
puerta de sus vecinos p´ofrecer una sentida “adorashón” al Niñito Jesús:
-Buenas Noches, don Valentín…¿Adoramos al Niño?
-¿Güenas noches, nos dé Dios, ¿cuántos koros
sois vos? Porque…
-¡No s´iapriocupe…lo que queremos es solo
adorar a su Niñito…
-Güeno, güeno, si es así…!Dispués no me vais a
reclamar…ahhh?
Y´unamplia sonrisa acudiya por el viejo
Valentín, así como de tuitos sus jamillares recibiyan al alborotado grupo ande
catábamos medio asustaus a tuitos los presentes. D´iadepronto, el Mocotecte,
gritaba:
-¡Maver…tuitos…canten juerte…!A la Wachi Wachi,
p´empezar! Ya saben, ¡bien juerte!
Y´arrancaban una serie de conocius coplas
navideñas venius dende quién sabe cuándo, ayudados por los escandalosos ruidos
qu´iaciyan los chinchines que dizque llevaban el compás y´el ánimo de tuita
esta joven gallada. P´al final, por turno, armábamos parejas que tamién
bailaban con tal enstushasmo que pareciban qu´iban a romper sus viejos pero
querius caucachos.
Pero tamién era sabiu quiénes eran los
misquirichis, quienes solo nos daban una galletita bien ransha a cada uno y
tuiviya nos pediyan que regresemos a la noche siguiente.
-¡No, No, nooo…! Aquí nooo…¿No s´iacuerdan? Es
la casa de Las Candelas…aquí no te dan n´iagua…Nooo.
-Mejor vayamos est´iaño por l´autra manzana,
dende he vido güenas casas…Y d´iaseguro que nos va cayer güenas propinas o
güenos dulces…-nos aconsejaba el Cuche.
-¿Pero… n´ues la cuadra de los Andariegos? Esos
tiran piedras…
-¿Y tenís miedo? Sol´ues cuestión de disparar
primero… !Vamos!
Y aquel cotimbeyo contagioso de nuestra maltonada
nos rempujaba a cruzar hasta calzadas ajenas cubiertas de lustrosas chaquenas o
de tierra polvorosa, sin pensar nunca en
el peligro latente de las otras bandas que estaban cantando al shelo sus
propias iniciativas y d´iaseguro, estaban pensando lo mismo y y´estaban prontos
a cruzar hacia nuestra calzada. Mas, seguramente el poder de los regalos, de la
aventura y de su naciente camaradería harían lo necesario para vivir sus propias
adorashones, a su modo, en la sola espera
de cumplir con sus propias convicciones religiosas en formashón a través de
sentidas canshones nacidas dend´el alma y los jocosos bailes cargaus d´iaquella
alegriya propia de nuestra linda lechigada:
-¡A la wachi-wachi, Torito! Torito del
Portalito…
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