lunes, 1 de enero de 2024

A LA WACHI-WACHI

 Nos habíyamos reguniu en el recreyo d´esa mañana en el segundo patio de l´escuelita, tal como habíyamos quedau la koriada qu´estiaño teniya que chiparse a la tira de cantores qu´ibamos adorar tuitos los nascimientos del barrio.

D´iaseguro que contábamos los diyas pa´que s´iacaben las clases, se proceda a la clausura de las labores escolares con la entrega de libretas y aquellos díplomas que correspondiyan a los alunos más destacaus. Ya pesar de tener unos días nublaus y más friolentos por las tardes, el solo hecho de verlas venir las esperadas vacaciones y de tener a la güelta de l´esquina l´esperada Navidá yel nuevo año, dispertaba en tuitos nosotros, los más koros, unas ansias inaguantables de salir de nuestras casas tuito el santo diya y mandarnos unos partidos interminables de pelota hasta que los juertes chiflidos de los tatas o de los hermanos mayores marcasen el desbande total de tuitos los peloteros.

Pablo Moscoso, El Mocotecte, e´rel más mayor de la tira y tuaviya paraba soncando los mocos. Se limpió la nariz con el dorso del brazo que atesoraba la pelota de trapo; nos catió de reojo y nos dijo:

-Maver…pasemos lista…Aquí está el Cuche Calderón, el Diablo Pintau del Ángelo, el Peneka, el Koko drilo, la Pantera, el Cuycito pintau, el Sapo Paderes y…¿and´está el Loco Cantarillas? D´iaseguro s´iescapau otra vez a la chacra de sus tatas pa´yudar en la escarba de las papas…Güeno, güeno…tú, Cuche, le pasáis la voz.

Y como si juese una orden veniu dende las alturas, estaba por encima de cualquier otra veniu d´iande seya,  teniyamos que parar bien las orejas porque d´eso dependiya la práctica de los cantos, cómo nos presentariyamos y´asta quién seríya el encargau de pedir los caramelos, las mazamorras o las propinas que sabiyamos recibir en muchas casas.

-¿Ande vamos ensayar las canshones p´al Niñito?

-¡No, No, primero…¿ande vamos ensayar?

-No, no, ¿A qu´iora vamos a juntarnos… en la tarde o por las noches?

-¡Ya tengo tuito preparau! E´nel tercer patio del tambo, porque casi tuitos nosotros vivimos allí. A las cinco, hay qu´estar atentos a las cinco campanadas de la Catedral y luego, luego, tuitos en el tercer patio… que gua llevar unas torrejitas de verdura que me sacau de la picanteriya…!Aquí les he trajiu una pa´cada uno…pa´que se lamban los dedos…Ya saben qu´iay otra más esta noche…! No falten…nadiesss!

-¿Y las cachas?

-¡Ahhh…sí…m´iolvidaba lo principal! Sí, peee…nuestra cachas. Esta noche l´esenseño armar una güena cacha. Consigan una güena horqueta…una que caba justita en su mano…un par de jebes y´un pedacito de cuero p´acer las chapas…!No s´iapriocupen q´uesta mismita noche les armo sus cachas.

Y es que, desde siempre, no solo existía una tira de adoradores en nuestro barrio, sino, que cada año, justo en l´epoca de Navidá apareciban nuevas tiras o colleras que se disputaban los regalos que repartiyan los dueños de casa ande acudiya un grupo d´iadoradores o pequeños cantores que alegraban los gigantescos nacimientos que muchas veces ocupaban una serie de gradas o escaleras cubiertas de ricos manteles llenos de animalitos pastiando en sus chacras y d´estampas campesinas ocupando una sala entera. N´uabiya límite alguno pa´adorar y muchas veces se teniya qu´estar preparau pa´defender aquellas cuadras o manzanas que supuestamente nos correspondiya por estar muy cerquita a nuestras casas. Tan solo bastaba un cruce de bandas y de inmediato se desataba una guerra a cachazos; es decir, cada arma se cargaba con pepinos o papas verdes que eran utilizadas como balas; si bien no mataban, en cambio, eran heridas mortales en el orgullo de cada ferviente defensor de su territorio imaginario.

Es así que después de haber ensayado aquellas coplas tan propias de la sagrada noche del 24 y tuitas las siguientes, hasta el seis de enero, qu´era la Bajada de Reyes, cada grupo se presentaba frente a la puerta de sus vecinos p´ofrecer una sentida “adorashón” al Niñito Jesús:

-Buenas Noches, don Valentín…¿Adoramos al Niño?

-¿Güenas noches, nos dé Dios, ¿cuántos koros sois vos? Porque…

-¡No s´iapriocupe…lo que queremos es solo adorar a su Niñito…

-Güeno, güeno, si es así…!Dispués no me vais a reclamar…ahhh?

Y´unamplia sonrisa acudiya por el viejo Valentín, así como de tuitos sus jamillares recibiyan al alborotado grupo ande catábamos medio asustaus a tuitos los presentes. D´iadepronto, el Mocotecte, gritaba:

-¡Maver…tuitos…canten juerte…!A la Wachi Wachi, p´empezar! Ya saben, ¡bien juerte!

Y´arrancaban una serie de conocius coplas navideñas venius dende quién sabe cuándo, ayudados por los escandalosos ruidos qu´iaciyan los chinchines que dizque llevaban el compás y´el ánimo de tuita esta joven gallada. P´al final, por turno, armábamos parejas que tamién bailaban con tal enstushasmo que pareciban qu´iban a romper sus viejos pero querius caucachos.

Pero tamién era sabiu quiénes eran los misquirichis, quienes solo nos daban una galletita bien ransha a cada uno y tuiviya nos pediyan que regresemos a la noche siguiente.

-¡No, No, nooo…! Aquí nooo…¿No s´iacuerdan? Es la casa de Las Candelas…aquí no te dan n´iagua…Nooo.

-Mejor vayamos est´iaño por l´autra manzana, dende he vido güenas casas…Y d´iaseguro que nos va cayer güenas propinas o güenos dulces…-nos aconsejaba el Cuche.

-¿Pero… n´ues la cuadra de los Andariegos? Esos tiran piedras…

-¿Y tenís miedo? Sol´ues cuestión de disparar primero… !Vamos!

Y aquel cotimbeyo contagioso de nuestra maltonada nos rempujaba a cruzar hasta calzadas ajenas cubiertas de lustrosas chaquenas o de  tierra polvorosa, sin pensar nunca en el peligro latente de las otras bandas que estaban cantando al shelo sus propias iniciativas y d´iaseguro, estaban pensando lo mismo y y´estaban prontos a cruzar hacia nuestra calzada. Mas, seguramente el poder de los regalos, de la aventura y de su naciente camaradería harían lo necesario para vivir sus propias adorashones, a su modo,  en la sola espera de cumplir con sus propias convicciones religiosas en formashón a través de sentidas canshones nacidas dend´el alma y los jocosos bailes cargaus d´iaquella alegriya propia de nuestra linda lechigada:

-¡A la wachi-wachi, Torito! Torito del Portalito…

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