lunes, 6 de noviembre de 2023

A PUNTO DE REVENTAR LAS PELOTAS

Al no disponer de oficio alguno, ni conocido, pues nunca había dejado vestigio de ello (muy a propósito), y después de haber hecho la finta con un supuesto CV ajeno; mi poco aguante no pudo más y solo  me  quedó meterme a la peor chamba de aquellos bajos pero socorridos menesteres afines a la nada, ingresando una simulada e “incondicional” hinchada que terminó en obligada repulsión; luego de haber permanecido totalmente aguja, vestido con los restos de la única camiseta deportiva pegada al hueso y con un certificado bajo el brazo para conseguir mi graduación como esqueleto pronto desaparecer hecho polvo.

Entonces, tuve que meter combo y patada para ser seriamente admitido en una modesta versión de barra brava local, ayudado por las imágenes plagiadas de nuevo y muito perigoroso torcedor brasileiro y otra de un bravo aficionado inglés o hooligan nativo, pero en jodas; es decir como un simple inflador de pelotas ajenas. Aclaro esto porque cualquiera podría imaginarse que esta inflación pudo ser la mejor de mis chambas, siempre y cuando no hayan estado referidas a las otras pelotas; aquellas que nos cuelgan y permiten estar con la soga al cuello después de haber metido, una y otra vez, las de andar.

 Y es que… esto de ser un fervoroso hincha… de tener apego especial por algo que signifique volverse un radical aficionado, aun cuando se trate de una espectacular flaca, de un choche del alma o de otras cosas que nos resulten ajenas o indiferentes, nos caerán indefectiblemente recontra pésimos; en cambio, aquello del “hinchaje”, cuando se trata de grupos, corporaciones o equipos; sobre todo, de clubes deportivos infectados con esta pandemia convertida en plaga, automáticamente se empieza padeciendo un aumento de volumen insospechado, a la par de una terrible comezón al 100%, propia de un chancho con miles de  heridas purulentas que precisan de rastrillo para calmarlas.

Aclarado este asunto inicial sobre lo que tenemos pendiente y que constituiría una segunda inflación de supuestos, paso a detallar este asunto de los sufridos hinchas y sus continuas hinchazones; es decir, que durante estas últimas semanas, todos los medios, en un acto por demás inflado, se han ocupado de aquella Cabeza Clava dedicada la julbo, gracias a otros montos como motivación; tal vez cualquiera podría suponer que esa mitra se hallaba singularmente inflamada desde su nacimiento…como DT; y que, tal choche, a sabiendas, aceptó dirigir nuestra selección nacional… Cuando, soltada la pelotita del rumor inicial y al no haber podido hinchar las redes contrarias por las eliminatorias peloteras. He aquí que dicha bolita se hinchó de tal modo que esta vez, salió disparada desde las hinchadas tribunas, en un unánime y terrible grito desaforado, iniciado por el periodismo deportivo, soliviantando a la mejor hinchada del mundo, para pedir la otra hinchada en una bandeja, la de Juan, el mitrón.

Y este hinchado asunto se tornó en una descontrolada hinchazón dada sus inflados comentarios deportivos que sacaban ronchas en todo el puerco del sufrido populorum fulbolero, aumentando a cabezazos con el transcurrir de cada segundo en todas las planas, las emisoras radiales y las televisivas, inclusive en los atestados pasillos del bus o de la combi se sentía esa expectante inflación:

-Hay que sacarlo de la sele, no puede equivocarse tanto… con semejante mitra…

-No nos queda otra que mocharle la cabeza… ¡No queda otra… que le mochen en la cabeza…!

-¡Está mal de la cabeza y no le cabe otra cosa que hacer…

 Y de tanto escuchar el mismo verso por donde iba, la misma historia me condicionó y, por Dios, les aseguro que ya no podía avanzar, ni driblear, menos disparar, porque en el ambiente futbolero había surgido otra bola extraña que lo impedía. Es decir, viéndolo fríamente mi constitución física y orgánica… Pude ver en el plano inferior: no solo una… ¡No! Eran dos inmensas pelotas aparecidas de repente y sin aparente causa justificatoria... Sólo me quedó hacerme el loco, respirar profundamente y tomar asiento con mucho, pero mucho cuidado… de no reventarlas. Luego, tuve que levantar ambas piernas y me puse a meditar el porqué de esta reacción física-fisiológica, aparentemente inexplicable.

De pronto. Una extraña vocecita me musitaba al oído, desde mi lado derecho:

-El Cabezón es bueno...

-¿Bueno? Para su choche Lozano, -me susurró otra vocecita desde el lado opuesto.

¿Luego, qué pensar? ¿Cómo reaccionar? ¿Qué se podría hacer?

Enseguida volvió la vocecita venida del lado derecho y me replicó:

-Solo te queda pensar en forma positiva…no puedes hacer otra cosa que quedarte sentado… porque al menor apretón…te las revientas y, finalmente, no digas nada porque no solo es tu hinchazón; esta es otra pandemia y tienes pa´rato… ¡Ya te jodiste, porque mañana, pasado, y hasta el próximo año te van a seguir hinchando las pelotas mientras no mejore el Melgarcito y no gane en la Libertadores!

¡Goool…!

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