lunes, 3 de abril de 2023

HARMONY 3.0 (continuación)

Efectivamente, y para tener un encuentro más cercano del primer tipo, embalado, me mandé hasta el mismo aeropuerto a fin de poder tener entre mis brazos anhelantes a mi querida y esperada primota venida desde los yunaites.

Estuve esperando por más de media hora, parado como un poste, en medio de una serie de rostros ávidos por saber acerca de sus recién llegados. Pasaría como quince minutos más y por fin aparecieron en el fondo del embarcadero un grupo desordenado de pasajeros apurados que pugnaban por salir cuanto antes. Busqué ese rostro guardado entre nuestros juegos infantiles; sobre todo, aquella vez que coincidimos en el mismo ropero vacío donde nos escondimos y pasamos casi toda la tarde sin querer que nos descubran; ya que estábamos muy ocupados en reconocernos solo tocándonos algunas partes. Era tan vívido este recuerdo que quise cerrar los ojos y tenerla nuevamente tan cerca como aquellas otras veces cuando nos encontrábamos en el mismo sitio “sin proponerlo” tal como aclaramos posteriormente… Cuando, de pronto, todas las miradas circundantes se clavaron en una de las pasajeras:  una hermosa rubia de cadencioso y seguro andar, provista de unas gafas intensas, una cartera gigantesca y su maletón, donde podía caber un par de camionetas llenas de ropa, se desplazaban abriéndose paso por entre el gentío arremolinado y solo me quedó acercarme para ver aquel monumento.

A pesar de todo, parecía que el tiempo no pasaba, pero sí, un viento muy helado y me imaginaba ser un completo muñeco de nieve con todos sus apéndices alicaídos; es decir, mis longas orejas estaban congeladas, semejando  inmensos radares, mi griega y todos los demás colgandijos, sumidos en su más mínima expresión; más, una pequeña lucecita apareció en el fondo de esa inmensa soledad en medio del gentío que iba y venía alrededor mío: ¡Por fin la vería después de tantos años!

Pasaría como quince minutos más, al cabo de los cuales aparecía en el fondo del embarcadero una fila desordenada de pasajeros que pugnaban por salir cuanto antes. Cuando, de pronto, todas las miradas se centraron en una de las pasajeras: era una hermosa rubia de cadencioso y seguro andar, provista de unas gafas intensas, una cartera gigantesca y su maleta, donde podía caber un par de camionetas llenas de ropa, se desplazaba contoneando las caderas sobre esos tacos altísimos, abriéndose paso por entre el gentío arremolinado y solo me quedó acercarme para ver aquel monumento.

Me acerqué y pronto descubrí que aquel remolino de gente no era para admirar su belleza, ni contemplarla más de cerca. Seguramente alguien había derramado algún líquido y ¡Zas! La imponente rubia perdió el equilibrio, se vino toda abajo, puso las manos en el piso para amortiguar el golpe, pero ya sus imponentes cachetes recibieron sendos golpes y ella solo atinó a distender su magullado cuerpo por todo el piso. Un grito retumbó en todo el ambiente después del golpe característico en una inusual caída; sin embargo, todo el mundo corrió a ver en vivo y en directo aquellas poderosas bondades y no para mostrar su ayuda… ¿Se había roto aquel monumento?

Pero he aquí que llegó Supermán, Batman y Flash juntos; o sea yoni. Quise alzarla en brazos como cuando antes lo hacía con la mayor facilidad. Intenté una, dos y tes veces… Abrió sus ojazos, mi miró con mucha ternura y me dijo con cargada sorna:

-¡Oyeee… por más que lo sigas intentando…han pasado diez años… y son muchos kilos más…Si quieres, yo te cargo, Zonzo!

-¡Zonzo, tu viejo!

La tomé entre mis brazos y temblando, pude llevarla hasta la butaca más próxima, depositarla de la manera más suave y luego sentí un suave beso en pleno cachete.

Inmediatamente, vino el personal de asistencia y la llevamos a la Unidad de Atención Médica. Pero para suerte mía, la depositaron en una camilla y fueron al llamar al personal asistencial. Pasó como media hora y se olvidaron de nosotros.

-¿Gatita, cómo están tus siete vidas? ¿Crees que puedas caminar? ¿Tienes mucho dolor? ¿Qué puedo hacer por ti?

-¿Cómo están los cocos?

-¡Oye, en este momento preguntas por ellos? ¡Están en su sitio, esperándote!

-¿Tu padre y tú no se llaman Jorge? ¿Ahhh…? ´Tas lentito! ¡Ya te pondré a tono! Solo me duele la espalda…

-¿Te la sobo? Soy todo un profesional… ¡Voltéate!

-¿Qué cosa? ¿Cómo has cambiado?

-Ya pues, Gatita, date la vuelta… que estas manos hacen milagros…

-¡Nada en el cuello ni en espalda… es en la cintura o…

-¡Aquí va el Rey de Reiki! ¡Muéstrame ese cachete rosadito!

-¡Otra vez! ¡No vayas tan a prisa! Calmantes, montes…

-Me refiero al color de tu cintura que es un adorable rosadito… ¡Malpensada!

-¡Ahhh…! Cómo que no te conociera…

-Sana, sana, sana, colita de rana… aunque esta colita no es de rana…

-El dolor es más intenso un poco más abajo…

-Calmantes montes, que voy bajando y ya llego al punto…

-Deja que me baje la ropa para que tengas mayos disposición…

-Mi disposición está en su punto máximo…mejor ni lo intentes que…

-Amo del Reiki, ¿nunca has visto otros?

-¿Así como el que se maneja vuestra merced? ¡Ni en sueños!

-¡Oye, Coco, que soy como tu hermana…

-Pero no lo eres y yo no soy de fierro… Ya no tengo nada para limpiarme el sudor…estoy mojadito…

Abro los ojos y me veo en un cuartito sumamente pulcro y lleno de aparatos…médicos.

-¿Ya se recuperó, señor? La señorita está esperándolo con su equipaje listo.

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario